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Carolina Paiz: La vida a través de la cámara

La guatemalteca fue productora del primer capítulo de la segunda temporada de la serie de Netflix, Narcos.

2016-09-06

Por Louisa Reynolds - estrategiaynegocios.net

La segunda temporada de la serie 'Narcos', basada en la vida del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, ya arrancó en Netflix. 'El Patrón' se fuga de La Catedral y ahora se encontrará con nuevos enemigos que tratarán de sacarlo del negocio en el capiítulo 2x01 titulado como 'Free a Last' ('Liberados al fin'), donde la guatemalteca Carolina Paiz fue productora asesora.

"Me dicen La Parca porque traigo la muerte y por eso me pagan. Si toco a tu puerta te tocó, porque a todos nos llega la hora". Esta es la siniestra advertencia del protagonista de La Hora Cero (2010), la película más taquillera de la historia de Venezuela. Paiz coescribió el guión junto con su esposo, el venezolano Diego Velasco.

El largometraje narra la vida de un sicario que secuestra una clínica privada para salvar al amor de su vida. Al llegar la policía y el circo mediático, el villano se convierte en héroe cuando hace un llamado a todos los enfermos pobres de la ciudad a presentarse en el lugar para recibir atención médica gratuita. Por cada enfermo que ingrese, un rehén será liberado.

La guionista Carolina Paiz no salía de su asombro cuando un amigo la llamó desde Guatemala, a principios de diciembre, para contarle que La Hora Cero había ganado los premios al mejor guión y a la mejor dirección de producción, en la XIV edición del Festival ícaro de Cine en Centroamérica, el cual contó con la participación de 29 países.

Foto: Estrategia y Negocios



Cuando ella y su esposoenviaron la película al festival no se les notificó que había sido aceptada. De ahí la doble sorpresa: La Hora Cero no solo había logrado participar sino que había recibido dos galardones.

Paiz lleva casi dos décadas viviendo en Estados Unidos, pero no ha perdido el contacto con el país donde nació y creció. La Guatemala que dejó a los 16 años, cuando su familia la mandó a estudiar al internado Kent, en Connecticut, aún no había firmado los Acuerdos de Paz y se encontraba asolada por una violencia que el fin de la guerra y la llegada de los gobiernos democráticos no han logrado cambiar.

Venezuela, país que registra la tasa de homicidios más alta de América del Sur, vive una realidad no muy distinta a la de Guatemala. Caracas y la Ciudad de Guatemala son junglas urbanas donde subirse al bus significa jugarse la vida, y donde los asaltos, secuestros y asesinatos han dejado de ser noticia y se han convertido en cotidianidad.

Pero esa violencia no es fortuita, sino que se nutre, en gran medida, de los crueles contrastes que existen en estas ciudades, donde condominios espaciosos con piscinas y jacuzzis colindan con barrancos, cuyos habitantes viven sumidos en la miseria. Solo ciudades como estas pueden generar la rabia que lleva por dentro un personaje como La Parca.

Para Paiz no hay buenos ni malos, sino seres humanos que muchas veces se encuentran en situaciones extremas, como resultado del entorno que los rodea. La vida es una corriente que muchas veces los arrastra, pero siempre hay una oportunidad de revertir el curso del destino, sin importar hasta dónde haya uno caído, siempre existe la posibilidad de redención.

Captar esta complejidad y plasmarla en una pantalla para suscitar la empatía de millones de espectadores fue el reto que se trazó Paiz, a medida que la historia iba tomando forma en su mente. "Entiendo los diferentes puntos de vista de un personaje, sin truncarlos", afirma la guionista.

Un rodaje entre balas

Foto: Estrategia y Negocios


Poco antes de que Paiz y Velasco llegaran a Venezuela el co-productor de la película fue secuestrado, y un actor fue abatido a tiros dos días antes de filmar su parte. "Nuestra realidad es mucho más absurda y mucho más cruel que cualquier cosa que exista en la ficción", afirma Paiz.

Los amigos de Paiz, en Los ángeles, California, escuchaban estas historias con incredulidad y preocupación y no se explicaban por qué ella estaba dispuesta a exponerse a tal extremo para producir una película. "La realidad en que vivimos es esa. No podemos salir huyendo de nuestros problemas, problemas que queremos cambiar", explica Carolina.

Trabajar en un entorno hostil no fue el único desafío. La Hora Cero es una película compleja, con escenas de acción que requirieron la contratación de la empresa argentina FX Stunt Team para asegurar que ningún actor saliera lastimado.

Pero Paiz y su esposo contaban con un presupuesto cincuenta veces menor del que dispone normalmente un cineasta estadounidense (por el momento, la guionista no puede revelar el monto exacto ya que podría afectar la negociación con potenciales distribuidores).

Para rodar la película sin tener que modificar el guión tuvieron que recurrir a estrategias ingeniosas y creativas, entre ellas realizar un video promocional para un hotel a cambio de 50 noches de hospedaje gratuito para los actores extranjeros que participaron, utilizar dos cámaras para minimizar la repetición de las escenas y asegurar la venta de las cámaras que adquirieron para el rodaje.

Ser cineasta en América Latina significa desarrollar la habilidad de estirar cada centavo, ya que el financiamiento que se le asigna a este tipo de proyectos sigue siendo muy limitado, especialmente en países pequeños como Guatemala, donde es extremadamente difícil recuperar la inversión en las taquillas.

La única forma de fomentar el desarrollo del cine, afirma Paiz, es mediante la creación de un ente autónomo y apolítico que evalúe y financie los proyectos con fondos públicos. Así fue como Paiz y Velasco financiaron la producción de La Hora Cero. Compitieron con otros 80 guiones, ganaron la convocatoria y recibieron los recursos necesarios para cubrir el 50% del presupuesto. Para financiar la otra mitad tuvieron que buscar inversionistas privados.

En Guatemala, los impulsores de la Ley de Fomento del Cine sueñan con establecer mecanismos similares para el financiamiento de proyectos cinematográficos. La iniciativa, presentada por el Ministerio de Cultura y Deportes, aún está pendiente de aprobación en el Congreso de la República, y Paiz la valora positivamente.

De Los ángeles a Guate

A los cinco años, Paiz era una lectora ávida que devoraba un libro tras otro y les decía a sus padres que quería ser actriz. Creció en el seno de la familia Paiz, fundadores de la cadena de supermercados más grande de Centroamérica, y su padre, Sergio (quien falleció en un accidente aéreo en el 2001 cuando iba rumbo a El Salvador a conocer un proyecto de responsabilidad social empresarial), le inculcó la ética y la pasión por el trabajo.

Luego se transformaría en la "adolescente rebelde" que llegó al internado Kent a los 16 años. En ese colegio los profesores la disciplinaron pero también le fomentaron el talento que había demostrado para la escritura creativa. "Si me hubiera quedado (en Guatemala) no me hubiera vuelto escritora", asegura.

Se graduó en 1998 y fue la primera alumna cuyo idioma materno no era el inglés en ganar el premio Robert S. Hillyard, por sus dotes como escritora. De ahí se trasladó a Nueva Orleans, donde cursó Literatura Inglesa y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Tulane.

Estudiar y trabajar en el extranjero le dio una perspectiva sobre su país y su historia muy diferente a la de muchos de sus familiares y amigos. Asegura, por ejemplo, que las clases acomodadas en la capital nunca entendieron la dimensión de las violaciones de derechos humanos que se cometieron en el interior durante el conflicto armado.

Contrario a lo que muchos piensan, Paiz opina que tanto los sobrevivientes de las masacres como las personas que sufrieron secuestros por parte de la guerrilla deben llevar sus casos a los tribunales, ya que solo así podrán tener "un cierre" y comenzar a construir un nuevo país. "Siempre he sido bastante polémica", admite la escritora.

La guerra fue el tema central de su primer guión, "Se Busca", el cual nunca llegó a la pantalla. La película narra la historia de dos hermanas que estudian en la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Cuando una de ellas desaparece, en 1982, la otra comienza a buscarla incansablemente.

Hoy Carolina vive en Los ángeles, pero viaja a Guatemala dos o tres veces al año para visitar a su familia y reencontrarse con el país que ama y añora. Dice que extraña la calidez de la gente guatemalteca, a pesar de que la ciudad donde vive tiene una nutrida comunidad latinoamericana.

Soñaba con escribir un guión basado en el caso de Rodrigo Rosenberg (abogado guatemalteco asesinado en mayo del 2009, en medio de un videoescándalo que cimbró al país), pero poco después de que el escritor David Grann publicara un reportaje sobre el caso en la revista The New Yorker, en abril de este año, las productoras Paramount e IndianPaintbrush adquirieron los derechos de la historia y sus aspiraciones se frustraron.

Actualmente está escribiendo un guión para una película en inglés que se filmará en Latinoamérica, y otro de televisión. Sueña con volver a Guatemala y fundar una escuela de cine con su esposo, para darle impulso al séptimo arte en su país natal.

Foto: Estrategia y Negocios



Del cine a la televisión
Carolina Paiz siempre pensó que se dedicaría exclusivamente a escribir guiones de cine, pero cuando se le presentó la oportunidad de participar en la elaboración de series de televisión, descubrió otra forma de trabajo. "Uno trabaja en equipo con otros guionistas y el ritmo al que se mueve la televisión es muy rápido", afirma Paiz.

Una de sus series más populares ha sido Grey’s Anatomy, centrada en la vida y trabajo de los cirujanos del hospital ficticio Seattle Grace, la cual se estrenó en el 2005. El éxito de la serie fue tal que se transmitieron 156 episodios en 7 temporadas.

Hace cuatro años también participó en la elaboración del guión de la adaptación televisiva del libro Lipstick Jungle, de Candace Bushnell (autora de Sex and the City), pero en el 2009, NBC decidió cancelarla. Más recientemente trabajó en la serie The Defenders, sobre un bufete de abogados en Las Vegas, de la cual se han filmado 17 episodios.

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