Ocio

Brasileño Marcelo Gómes presenta su tercera película

2014-02-27

Es un testimonio de desolada humanidad sobre el sexo, la vida, la muerte y el universo secreto de la mujer.

'Es más- cuenta su director en declaraciones exclusivas a Prensa Latina- es un intento de demostrar que el cine latinoamericano también se preocupa por las grandes preguntas de la existencia, que también necesitamos saber quiénes somos, cómo definir nuestra identidad.'

La cinta narra la crisis existencial por la que atraviesa Verónica (Hermila Guédes), una psiquiatra recién graduada que comienza a trabajar en un decadente hospital en la ciudad de Recife.

Ella vive con su padre (W.J. Solha), un anciano que enfermará de muerte, en un apartamento frente a la playa, de donde serán desahuciados una hora después del inicio.

Tiene muchos amantes o al menos eso parece, porque la película mezcla planos narrativos de la realidad y la mente de la protagonista, donde cuerpo y el sexo resaltan como templo y ceremonia de la plenitud, cábalas donde encontrar respuestas a las preguntas más importantes de la existencia.

'Verónica trata también de romper esa visión del sexo en los latinos y del sexo como acto que puede servir también para encontrar quiénes somos y para descubrir a los demás', afirmó Gómes.

El guión está cargado de hondas reflexiones, marcadas por un tono profundamente lírico, mientras la trama cuenta los avatares profesionales, personales y familiares de Verónica, casi todos en crisis como anuncio de que una nueva etapa, la adultez, está por comenzar.

'Es una película de aprendizaje, ella de alguna manera está aprendiendo a crecer y enfrentar las grandes pruebas de la vida', sostuvo el realizador de Cinema, aspirina y urubus (2005) y de Viajo porque preciso, volto porque te amo (2009).

Así, la película se sostiene dramatúrgicamente sobre la urgencia de transformación que compulsa a su protagonista, por el ansia de crecer en el conocimiento y la indagación de verdades a través del hedonismo, la adoración de lo efímero y lo carnal.

En su interpretación, Guédes, de formación no profesional, sorprende por su naturalidad y desenfado, por las formas en que resalta la complejidad psicológica y emocional de su personaje y la búsqueda de respuestas a las incertidumbres que encuentra en su camino.

El director, que no oculta su encanto por la protagonista, cuenta que supo desde el inicio que ella era la persona ideal para transmitir todas las esencias de la película.

Distante del moralismo y los discursos, el realizador no cuestiona nunca a su protagonista ni su punto de vista, por lo que la cinta deviene uno de los más complejos retratos filmados por un hombre sobre el universo de una mujer.

Recuerda en esa intención, por momentos, al Bergman de Fresas silvestres, pero la analogía se destruye cuando se aprecia que este filme es, contradictoriamente, más poético que el sueco, y a la vez, menos simbólico y casi nada amargo.

La película resulta ser así, más que la historia de una mujer compulsada por emancipadores deseos de autoafirmación, más, incluso, que un estudio social y psicológico de la juventud brasileña y de su crisis de identidad al entrar a la adultez.

Es, en definitiva, una introspección en el alma humana, un poema fílmico sobre la rebelión de la imaginación contra la norma, contra los límites de la moral y un testimonio sobre el difícil acto de crecer.

12 ejemplares al año por $75

SUSCRIBIRSE