'La estructura que adoptó la bienal en cada país y luego a nivel regional ha sido muy efectiva, porque a diferencia de otras bienales en el mundo, donde son los gobiernos quienes deciden a qué artistas invitar, la Bienal Centroamericana parte del sector privado, por tanto los resultados no están ligados a intereses políticos, sino encaminados a servir a la producción artística y a apoyar verdaderamente los procesos artísticos en cada país', destacó Fuentes.
Eso, añadió, es fundamental y da la vitalidad a este evento, 'por ello, nosotros estamos desde el Museo del Barrio monitoreando lo que pasa en América Latina y en Centroamérica, porque se están dando las condiciones para una madurez de las escenas artísticas locales en muchos lugares donde hace unos años creímos que era impensable', manifestó Fuentes.
En su opinión, en Centroamérica se registra no una generación de artistas destacados, sino varias generaciones, que tienen una presencia importante en las bienales internacionales de mayor prestigio, en museos, galerías y ferias, que son la otra cara de la moneda del circuito comercial del arte.
Rodolfo Molina, coordinador de la Bienal de El Salvador, ve también con optimismo la posición actual del arte centroamericano y su proyección internacional, de la mano de destacadas figuras como Ronald Morán, de El Salvador, o Ernesto Salmerón, de Nicaragua.
'Estamos en un momento de cambio, lo cual es positivo para el medio porque es muy refrescante, siento que desde los años 80 venimos caminando poco a poco para este cambio, que en sí ya ha dado frutos porque hay algunos artistas centroamericanos que se ven en colecciones muy importantes internacionalmente', evaluó el curador.
'Eso sitúa a la región un poco bajo el sol y nos presenta con una perspectiva diferente y positiva. Ya no solo somos sinónimo de problemas políticos, sino que somos una región donde se está produciendo cultura. Yo pienso que eso es muy importante', concluyó Molina.