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Opinión: 10 años de ‘Juego de Tronos’: ¿qué fue lo que salió tan bien y al mismo tiempo tan mal?

El 17 de abril de 2011 el mundo del entretenimiento cambió para siempre. La apuesta en ese momento no daba muchas luces de convertirse en un fenómeno global. Pero lo fue.

2021-04-17

Por Javier Aceves ‘Baxter, escritor, locutor y entusiasta de la cultura pop. Trabajó en Netflix y dirigió y fundó la edición mexicana de ‘BuzzFeed’. Es autor de la novela ‘Un pequeño incendio (digamos, el de un cigarrillo)’.

El 17 de abril de 2011 el mundo del entretenimiento cambió para siempre. La apuesta en ese momento no daba muchas luces de convertirse en un fenómeno global. Esos primeros episodios de Juego de Tronos, de HBO, nos narraban una historia ubicada en un escenario medieval (Westeros) de un universo más cercano al de J.R.R Tolkien que al de Marvel. Nada más lejano al mainstream: una familia de incestuosos quiere quitarle el poder de los Siete Reinos a una familia de barbones que hablan con los lobos. Pero a partir de ahí inició una historia que no veíamos venir : una subtrama de muertos vivientes en un invierno eterno, dragones y otras bestias, juegos de poder y diálogos filosóficos.

Además, no estaba disponible en los canales estándar de cable y había que pagar una suscripción adicional para verla. Quienes se obsesionaron con esta serie desde sus inicios deben recordar la cara de rechazo inicial de quienes escuchaban su recomendación de verla. Sin embargo, como usualmente sucede con los fenómenos pop que están adelantados a su tiempo, la ola fue creciendo semana con semana hasta que nos alcanzó a casi todos. Estuvimos durante años gritando y llorando con sus capítulos, además de fabricando, leyendo y consumiendo todo tipo de teorías sobre el Rey de la Noche, Bran Stark, la mujer roja y el destino del Trono de hierro.

¿Cómo fue que Juego de Tronos, con estas características tan cercanas a las de un producto de nicho, cruzó la barrera de la popularidad para convertirse en franquicia multimillonaria? La respuesta reduccionista es que la serie basada en los libros del estadounidense George R.R. Martin presenta un sano balance entre una buena trama, diálogos entrañables, cliffhangers de impacto y una cantidad considerable de escenas explícitas. El boca a boca funcionó, y poco a poco todas esas críticas positivas y premios le dieron un lugar prioritario en el Olimpo de la televisión. Aquel que no la veía estaba inmediatamente fuera de la conversación cada lunes. La ola creció al punto de saturar los servidores de HBO cada domingo.

Por el otro lado, existe la respuesta compleja. La que involucra un análisis de la industria misma y la evolución del streaming. Un negocio que cada vez más se debate entre encontrar la fórmula secreta del éxito y dar a los creadores libertad para desarrollar apuestas arriesgadas. Paradójicamente, esa es la misma razón por la que este fenómeno pop terminó en desencanto y molestia por parte de las y los fans. Juego de Tronos dejó de ser un esfuerzo literario adaptado a un programa de televisión para evolucionar en una franquicia… con todo lo que eso implica.

El crecimiento en los números de audiencia desde su primera temporada (2.5 millones de espectadores) y hasta la última en 2019 (11.9 millones) es babilónico. Por comparar: Breaking Bad cerró con 10.3 millones de espectadores. En menos de 10 años, Westeros pasó de ser solo un universo ficticio para convertirse en un oasis monetario, un día de campo para inversionistas y empresarios: videojuegos, obras de teatro en Broadway, mercancía oficial, parques de diversiones y un infinito potencial de productos con los rostros de Jon Snow y Daenerys Targaryen. Eso sin contar a los millones de suscripciones que dejó en las arcas de HBO, y los otros millones de espectadores que tuvo la serie a través de torrents, que ayudaron a construir solidez competitiva para los planes de AT&T y Time Warner de colocar a HBO Max en un lugar hegemónico dentro del mercado del streaming.

El problema para las y los fans empieza ahí: el conglomerado comprometió lo que era tan sagrado para ellos para volverlo un negocio más ambicioso. Como parte de las acciones de marketing de HBO Max, la compañía lanzó una campaña hace unas semanas para invitar al público a revisitar la serie en su totalidad. Subieron un "nuevo" tráiler de la última temporada y propusieron una celebración por los diez años de lo que llaman el "Aniversario de Hierro". La reacción fue la que cualquier persona que haya seguido la serie hubiera esperado, con cascadas de comentarios negativos, pulgares abajo, memes corrosivos y simple y llana queja en la caja de comentarios que se hicieron escuchar: "Regrésennos nuestra serie favorita".

Las últimas dos temporadas, que no se basan en los libros de George R.R. Martin -porque no los ha escrito-, fueron una desilusión del tamaño del Muro del Norte. Los personajes fueron despojados de su complejidad, caricaturizados, y los misterios que durante años tuvieron cautiva a la audiencia fueron resueltos como con una varita mágica. El sentimiento generalizado es de odio contra los showrunners D. B. Weiss y David Benioff, se pide a gritos un Martin’s cut (como el de Zack Snyder y La Liga de la Justicia) y se espera -con la esperanza de que en algún momento se haga justicia al final de la historia- a que el autor termine los dos libros que faltan para terminar la saga de Canción de hielo y fuego: Los vientos de invierno y Un sueño de primavera. Esto último es el escenario más probable. ¿Cuándo sucederá? Habrá que esperar. El mayor beneficio de una propiedad intelectual como la de Martin es también su mayor defecto. Las franquicias no tienen paciencia. Son, al final, negocios que se mueven a través de complejos planes de producción y mercadeo, agitados por la creciente competencia en el mundo del entretenimiento. Las franquicias venden, son las que ganan suscripciones y mueven la aguja en Wall Street. Para muestra, el caso del gigante Disney+ y sus más de 100 millones de personas suscritas en menos de un año y medio. La velocidad de expansión se la dieron las princesas de Disney, las Piedras del Infinito (Marvel), La Fuerza (Star Wars) y todo un ejército de personajes multiplataforma. Netflix cruzó la barrera de 200 millones después de casi 14 años de ofrecer contenido en streaming y ocho de hacerlo como productora de títulos originales.

En una economía cada vez más dependiente de la atención, esperar a que un creador termine su obra, durante el tiempo que sea necesario, parecería una utopía. El mismo Martin se encuentra trabajando con HBO y HBO Max en nuevos lanzamientos como una precuela de la Casa Targaryen y otros proyectos derivados por lo menos durante los próximos cinco años. Todo parece indicar que la franquicia de la Canción de hielo y fuego tendrá que olvidarse del pasado para meter acelerador hacia el futuro, y las y los fans tendrán que conformarse o seguir tratando de boicotear el triunfo futuro de su serie favorita.

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HBO
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