Centroamérica & Mundo

Fronteras, atraso en el desarrollo del Istmo 

A un ritmo de entre 10-17 km/h circulan las mercancías por Centroamérica. Una bicicleta llegaría antes.

2014-07-03

Por: Carlos A. Lucas Aráuz

Esta es una situación que genera una especie de reacción en cadena, afectando el desarrollo de estos países: la ineficiencia en la circulación y tránsito de mercancías entre los países centroamericanos, aumenta los costos, reduce la competitividad, deja de atender a la demanda en tiempo y forma y en especial, al incrementar el atraso en la llegada, puede afectar la calidad de los productos y recargar en el consumidor final, estos costos añadidos. Termina afectando la calidad y nivel de vida de los pueblos de estos países.

El impuesto de la ineficiencia en la circulación de mercancías

Centroamérica de hecho, ha estado desperdiciando su ubicación estratégica no sólo para el propio comercio intrarregional, sino como un potencial hub que conecta por tierra a dos continentes y por mar a dos de los océanos mas importantes en el comercio mundial. Este doble privilegio es una espada competitiva de enorme potencial.

Si la mercancía mencionada al inicio ha entrado por tierra por Guatemala y su destino final es Panamá (o viceversa), estamos hablando de un recorrido de cerca de 2.000 kilómetros, al final del cual, esta mercancía ingresa, paga los aranceles respectivos (si no tiene algún trato preferencial por algún tratado comercial), y se dispone a competir con otras importaciones o producciones nacionales en el país de destino.

En el Cuadro 1 se refleja, en una estimación para el 2011, que esa mercancía debía pasar 10 controles fronterizos y cumplir 146 trámites de tránsito (Esto no incluye los trámites de importación/exportación respectivos). Lógicamente, esta es una mercancía ya inflada por el costo de haber transitado esos 2,000 kilómetros a esa velocidad[1] y con esos trámites: estará algo "debilitada" como para hacer un buen papel competitivo en su punto de venta final

El costo total del tránsito de mercancías a través de las fronteras centroamericanas[2], es función no solamente de la tramitología para su ingreso, salida y tránsito, sino de otros factores como el costo del medio de transporte, de la infraestructura física de comunicación y en general, del estado del arte en la gestión de fronteras, el cual en la práctica resulta ser una especie de vector resultante de los conceptos y prácticas de gestión de una serie de ministerios, direcciones, oficinas y programas de los gobiernos nacionales que convergen en ciertos "servicios" de frontera[3]. Esto, sin dejar de lado la realidad socio-económica de la población que vive de las actividades de fronteras (comercio, vendedores ambulantes, tramitadores, triciclos, cambistas) y que inciden en algún grado, en el atiborramiento de la infraestructura y los movimientos en frontera.

¿Existe la gestión de fronteras en Centroamérica?

Definitivamente que no, ni a nivel nacional, mucho menos a nivel comunitario. La gestión de fronteras no ha sido visualizada como lo que es: una parte importante de la cadena de valor que puede llegar a ser determinante para definir una cierta capacidad competitiva a las mercancías. No se visualiza como una función gerencial de los países de origen, tránsito y destino, ni como un eslabón estratégico en la distribución y costeo de las mercancías.

De esa forma, las oficinas gubernamentales nacionales, ejercen su labor procurando dejar una huella indeleble en los pasos fronterizos: formularios, registros, permisos, inspecciones (normalmente altamente intrusivas en los lotes en tránsito), horarios diferentes, trámites a mano y digitales-o una combinación de ambos- aplicación de normativas de generación espontánea y hasta tributos o recargas de carácter impositivo, no siempre en línea con las reglamentaciones oficiales vigentes en el país, ni con los acuerdos regionales de libre comercio.

En las fronteras centroamericanas, todos los días, se puede ser testigo del drama de un turista u hombre de negocios teniendo que hacer fila detrás de un furgón lleno de cebollas, donde el camión y su carga tienen que procesar su papelería con varias autoridades gubernamentales, mientras que por aparte, el conductor y sus ayudantes, están en otra fila de control migratorio, de seguridad, de policía, etc. O viceversa, para tensión del camionero y su carga de cebollas frescas, esperando en sus filas, mientras atienden al turista u hombre de negocios. Así, de hecho no se distinguen en las filas, las mercancías, de las personas, retrasándose mutuamente.

A lo largo del tiempo, han habido n-propuestas de modernizar la infraestructura y los procedimientos en los puestos fronterizos centroamericanos, unificar servicios y documentación, principalmente aduaneros, crear aduanas yuxtapuestas entre los países, rediseñar los carriles e instalaciones, e incluso reubicar los puestos de control no necesariamente en los puntos fronterizos tradicionales, etc. Pero igual que lo hace el corcho, la ineficiencia y la compulsión de la tramitología tienden a reflotar, aun cuando en cierto momento, parezcan hundirse.

Un modelo centroamericano de gestión de fronteras

Sin embargo, no parece difícil ni remoto, plantearse para Centroamérica, la oportunidad de una re conceptualización de la gestión de los pasos fronterizos para mercancías y personas, buscar y acordar un modelo de gestión de fronteras que transforme realmente esos servicios, en una función gerencial dentro de las cadenas de valor de las exportaciones, tránsito e importaciones entre los países centroamericanos.

Y hacerlo en dos niveles: uno, integrando en un solo concepto de gestión, los fragmentados conceptos y prácticas de los entes nacionales que manejan o inciden en los puestos fronterizos y el otro nivel, integrando esto mismo, entre países, para darle un carácter de gestión regional, de ámbito comunitario.

Siendo el comercio exterior una parte sustantiva de la economía nacional, incluyendo sus ingresos tributarios, debe pensarse en contar con una sola entidad nacional responsable de la gestión de fronteras, que dependa directamente del Ejecutivo, que necesariamente coordine de manera autorizada, sobre las funciones técnicas gubernamentales en frontera (aduanas, sistema fiscal, salud, migración, agricultura, ambiente, seguridad, policía, etc.). No es posible que en las ciudades centroamemricanas, restaurantes de comida rápida con franquicia, tengan una estrategia de manejo de filas en sus autoservicios (asignando personal que levantan datos entre los que hacen filas, adelantan sus pedidos y trámites mediante comunicación inalámbrica, reduciendo el tiempo de espera cuando ya pasan a los puntos de pago y despacho) y que los gobiernos no puedan ser igual de eficientes en el flujo de clientes y mercancías en sus fronteras.

Esto sucede porque en los países de la región no se ha visualizado esa gestión gerencial de fronteras, como una función que debe someterse a criterios de eficiencia, eficacia y productividad, parte sustantiva de su cadena de valor y por lo tanto, de su competitividad como país.

Una entidad de Gestión de Fronteras, obligaría a tener una visión integral, integrada e integrable sobre las funciones del gobierno en sus fronteras.

Integral, porque favorecería una sola visión sobre el proceso de ingreso, tránsito y salida de mercancías. Integrada, porque obligaría a las diversas entidades y oficinas gubernamentales nacionales a una eficiente coordinación y comunicación operativa, ahorrando procesos, trámites y logrando un equilibrio ideal entre las necesarias funciones de control, ingresos fiscales, facilitación del comercio, información. Integrable, porque estos avances de coordinación y unificación a nivel de cada país, crearía las condiciones para mejorar la integración entre los servicios en fronteras, de los países centroamericanos.

Complementariamente, no estaría de más considerar la posibilidad de concebir esa entidad de Gestión de Fronteras a nivel nacional, como una oportunidad de lograr una alianza público-privada que se preocupe de manera permanente por garantizar la optimización de ese balance de gestión en las fronteras.

Por las razones vistas, este factor tendría un impacto casi inmediato en el bienestar de los pueblos centroamericanos, uno de los objetivos tanto de los gobiernos nacionales, como de su integración económica.

Cuadro 1. Centroamérica. 2011. Estimación de trámites de tránsito intrafronterizo de mercancías

ADUANAS (Puestos de frontera)

PAIS

PASOS

Pedro de Alvarado

Guatemala

11

La Hachadura

El Salvador

16

El Amatillo

El Salvador

15

El Amatillo

Honduras

14

Guasaule

Honduras

14

Guasaule

Nicaragua

15

Peñas Blancas

Nicaragua

17

Peñas Blancas

Costa Rica

13

Paso Canoas

Costa Rica

16

Paso Canoas

Panamá

15

Total de trámites ('Pasos')

146

Fuente: Elaboración propia, con datos de la SIECA



[1] La SIECA estimaba en 2011, un total de 11 horas solamente de tramitología para el tránsito de mercancías entre Guatemala y Panamá. En: LEON, Edwin. 2011. Evaluación del régimen de Tránsito Internacional Terrestre de Mercancías en los países de Centroamérica. Informe de Consultoría de corto plazo. SIECA.GIZ. Ciudad de Guatemala, Guatemala.

[2] Estimaciones del Banco Mundial, indican que el transporte terrestre de carga en Centroamérica cuesta 0.17 dólar/ por tonelada/kilómetro.

[3] Un factor adicional se ha estado sumando a estos costos: la seguridad del tránsito intrafronterizo, que estaría obligando a costear servicios de guardia de custodia, o en el extremo, pagar "peaje" a bandas delincuenciales, en ciertos trayectos regionales.

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