Claves del día

'Empresas deben dejar 'de dar' y empezar a 'compartir valor' '

La propuesta es de Jorge Ramírez Vallejo (Harvard Business School), experto en competitividad. Según Vallejo llegó la hora de que el “empresario empiece a reivindicar su rol”. Un aporte a la reflexión que el sector privado de Centroamérica necesita hacer para quebrar un ciclo de corrupción, violencia y brechas sociales.

2015-04-30

Por: Gabriela Origlia - estrategiaynegocios.net

"Desafiamos a las empresas a detectar oportunidades sociales y ambientales para generar valor económico. Van a seguir ganando, pero van a colaborar al bienestar y al progreso de la sociedad", dice el colombiano Jorge Ramírez Vallejo, docente e la Escuela de Negocios de Harvard y asociado principal del Instituto de Estrategia y Competitividad que dirige Michael Porter, padre del concepto "valor compartido".

En esencia son prácticas empresariales que aumentan la competitividad del negocio al tiempo que mejoran las condiciones de vida de la comunidad donde operan las compañías.

En diálogo con Estrategia y Negocios, el experto asegura que la "desconexión entre desarrollo económico y social en la región es producto de una miopía del sector empresarial que pensó y en algunos casos todavía lo hace en maximizar utilidades en el corto plazo sin importar cómo tratar a su personal, a sus proveedores, a sus clientes".

En materia de competitividad subraya que un factor clave que toda la región debe mejorar es la calidad de su educación a la vez que enfatiza que debe dejarse de discutir si el Estado debe o no participar en la economía para pasar a definir dónde y cómo debe intervenir. Sobre el sector privado, apunta que el concepto de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) está superado y hay que dejar de "dar" para "compartir valor".

En Latinoamérica y el Caribe -salvo excepciones- la calidad de la educación es mala. ¿Cuánto afecta la competitividad empresaria esa característica?

Mucho. La educación es uno de los principales factores de competitividad en la parte microeconómica tanto a nivel sub nacional como en lo nacional. Toda Latinoamérica ha realizado esfuerzos para lograr mayores niveles de cobertura educativa pero hay problemas con la calidad y con la pertinencia. Para tener empresas altamente competitivas, que puedan alcanzar penetración en mercados internacionales, necesitamos mejorar esos aspectos. Hay expertos que resaltan que la calidad de los docentes en la región que es bastante baja, que es difícil -en muchos países- evaluar su desempeño y eso contribuye a que el nivel no mejore. La pertinencia de las habilidades es clave para el desarrollo en la vida. Hoy estamos viendo que muchas empresas contratan universitarios para funciones de tecnólogos lo que demuestra el problema de competitividad que afrontan; otro inconveniente es el uso de las tecnologías de la información, en las pruebas Pisa los adolescentes de 15 años de Latinoamérica registran un gran rezago en lectura digital. Otro tema tiene que ver con la inserción internacional de los países, hay pocos profesionales que dominan una segunda lengua y es un déficit no sólo en bachilleres. Hacen falta recursos humanos competentes para ganar competitividad; en destrezas hay mucho que trabajar.

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Hay quienes intentan salvar estos déficits vía las experiencias "garage', ¿alcanza?

También en esta área la región está rezagada. Estas experiencias que nacieron por la falla de la oferta de la educación formal no solucionan el problema y hasta lo podrían profundizar porque no generan las competencias requeridas por el sector privado. Es necesario entender que las empresas generan valor, producen riqueza que se distribuye entre la población en general y que se traduce en la prosperidad de los habitantes, es clave que esa máquina de producir reciba talento humano altamente capacitado y allí la región está fallando.

¿Diría que, en el menú de ingredientes de la competitividad, la mejora de la educación es el desafío más importante de la región?

Sí, lo creo así. Hoy el concepto de competitividad es muy amplio y tiene que ver con todo. La educación es uno de los factores más importantes y en el que más hay que trabajar. Hay otros igualmente significativos que dependen del país, porque hay diferentes niveles de déficit y de desarrollo. Hay algunos que tienen restricciones en regulación y normas, otros en logística y en infraestructura que se vuelven un cuello de botella para las empresas; otras naciones tienen problemas en el sistema de innovación en un concepto que más allá del descubrimiento científico y que abarca nuevos negocios, nuevos servicios.

También están las cuestiones micro que se deben resolver. Hay países que en lo macro -cuyas claves son el frente fiscal y monetario- no andan bien, otros lo manejaron mejor, de manera ortodoxa. Las empresas requieren de condiciones macro estables. La competitividad tiene diferentes determinantes. Están las dotaciones que les fueron dadas al país, como son sus recursos naturales. Esa es la prosperidad heredada, pero lo más importante es la creada que sale de lo macro. Allí figuran estabilidad, políticas favorables en las áreas de educación, salud, justicia.

También las condiciones micro, que se refieren al ambiente de negocios, al marco regulatorio, a la generación de clústers; una clave en este ámbito es tener compañías sofisticadas con estrategias y operaciones sofisticadas. Cada país tiene falencias en una u otra área y debe empezar a corregirlas a enfrentarlas para ganar competitividad.

Con condiciones macro complejas (déficit de infraestructura, de cuentas públicas, de educación), ¿el margen de las empresas para aumentar su competitividad no está limitado?

Se trata de un juego complejo. Hay países, como Argentina, donde la economía no es nada estable y eso implica una gran restricción para las empresas, pero hay otros como Perú, Colombia o Chile donde la macro fue y es manejada de manera estable, se genera confianza y eso es importante para los privados. Creo, sin embargo, que Perú y Colombia le vienen dando mucha importancia a lo macro y deben empezar a concentrarse también en lo micro.

El rol del Estado en la economía es un tema permanente de debate en la región, ¿cuál sería ese papel para impulsar y no interferir en las empresas privadas?

La discusión ya no debe centrarse en si el Estado debe o no intervenir; está claro que debe hacerlo. El tema es en qué y cómo. Debe actuar facilitando. Ese concepto implica pensar en distintas dimensiones; todo lo relacionado a lo macro es un rol del Gobierno que, con independencia, debe ejercer el manejo de la economía. Otro campo pasa por mejorar el ambiente de negocios, invertir en infraestructura, dar normatividad, establecer las reglas de juego para que las empresas compitan, permitir la inversión extranjera, demandar bienes y servicios sofisticados. En el área educativa debe establecer estándares altos y facilitar el diálogo entre empresas y la academia para que el sistema alinee sus programas a los requerimientos del mundo laboral. El tercer segmento pasa por facilitar la formación de clusters, trabajar con los existentes y generar alianzas público- privadas para que sean más competitivos.

Una cuarta área es trabajar y apoyar la geografía regional desde la administración central. En Perú, por ejemplo, hay un alto nivel de competitividad en Lima y otras ciudades están muy atrás. Todos los niveles de gobierno deben actuar pero sobre todo el central. La otra área es liderar un proceso colaborativo para el cambio económico, hay que moverse de un modelo en el que el Gobierno es el actor central a otro donde todos los actores colaboran y actúan para un desarrollo más exitoso y para lograr un nivel de prosperidad alto para la población.

¿Hay posibilidad de integración de clusters entre países o el nivel de alianzas entre países es todavía muy débil?

Es una cuestión interesante que tiene dos dimensiones. El concepto de cluster es de una muy alta concentración de la actividad económica (empresas, proveedores, gobierno, tienen que estar cerca). A nivel nacional no aplica especialmente si se trata de grandes geografías; por eso lo aconsejable es desarrollar distintos en diferentes regiones del país. Son una formación que permite superar restricciones a la competitividad y ofrece una mayor posibilidad de instrumentar alianzas público- privadas para remover cuellos de botella; facilita que el talento humano sea el que necesitan las empresas de ese lugar, igual que la logística y las tecnologías y las regulaciones. Todo eso habla de su importancia para el desarrollo de la competitividad.

¿Y la integración regional?

Ese es otro nivel. El papel de los países vecinos es fundamental para la competitividad. Está demostrado que las buenas relaciones y la colaboración generan ventajas importantes; se pueden desarrollar agendas conjuntas para mejorar diferentes aspectos comunes. Hay muchos temas que permiten trabajar en conjunto, generar una plataforma común. Todo eso lo sabemos y conocemos, pero en Latinoamérica hay muchas situaciones donde este esquema no se da; hay problemas limítrofes, ideológicos… Todo eso no es la mejor noticia para la región.

En la región hay empresas exitosas y generadoras de riqueza, pero la inequidad y la pobreza siguen siendo muy altas, ¿hay que redefinir el concepto de modelo de negocio para generar 'valor compartido'?

En la mayoría de los países la distribución del ingreso es muy sesgada a pesar de la intervención gubernamental por eso esta es una invitación a otros sectores a entrar al campo para mejorar la realidad y ese es el sector privado. Con el marco conceptual de "valor compartido" incitamos a solucionar problemas sociales y ambientales actuando como empresas no como actores de caridad; hoy se consideran oportunidades sociales y ambientales los que antes se tomaban como problema. Hay que buscar modelos de negocios para generar riqueza y valor y si hay muchas de estas iniciativas con externalidades positivas se vuelven replicables, son incentivos para repetirlas y el impacto en la sociedad es importante. Las compañías deben repensarse, encontrar nuevas posibilidades en el entorno, contribuir a mejorar el bienestar.

Cuéntenos algunos ejemplos concretos…

Hay muchos en el sector bancario, en el alimentario. Hay empresas que ya actúan apoyando, ofreciendo créditos a los sectores menos favorecidos que antes no tenían acceso. Ir a la base de la pirámide ofrece oportunidades a la compañía y también a pequeños empresarios, emprendedores que antes no contaban con la posibilidad de conseguir recursos. En Colombia se lanzó el premio "Valor compartido" en cuya presentación estuvo Porter. Uno de los ganadores es el banco Davivienda con su iniciativa Daviplata que convierte los teléfonos móviles en el instrumento para que los más pobres puedan tener su cuenta de ahorro, también permite hacer transferencias entre equipos e ir a un cajero y retirar dinero. La entidad le ofreció el sistema al Gobierno para el pago de los programas sociales "Familias en Acción"; ahora lo hace así y ahorra mucho dinero porque antes pagaba más a los intermediarios; por menos tiene una cobertura especular. Fue negocio para la empresa y, además, mejoró una aspecto clave para la gente de bajos recursos y dispersa en el país.

La penetración del móvil jugó un rol clave…

Claramente fue así. Un consejo es aprovechar esa penetración; es una de las recomendaciones principales que damos. También es una posibilidad no mirar la contaminación como un lastre sino como una oportunidad para mejorar las condiciones de producción, de ser más sustentables.

¿Cree que todavía predomina en la región el concepto de RSE por sobre el de valor compartido?

Es, tal vez, la moneda común en el mundo corporativo ya que fue el comportamiento tradicional. Insisto, abrimos una invitación para que se considere la alternativa del valor compartido. La idea de RSE está limitada por la rentabilidad de la empresa, sino hay ganancia no se puede dar. En cambio el valor compartido se hace escalable, debe trabajarse e incorporarse a la esencia de la compañía. Es igual hacia el interior de la empresa, no es que hay que actuar para reducir la cantidad de accidentes de trabajo porque lo exige el gobierno, hay que hacerlo porque conviene, porque es mejor.

La consideración general de la región sobre los empresarios es bastante negativa, ¿ayudaría a cambiar la imagen el re pensar el rol?

Claramente permite reivindicar el rol del empresario. La desconexión entre desarrollo económico y social en la región es producto de una miopía del sector empresarial que pensó y en algunos casos todavía lo hace en maximizar utilidades en el corto plazo sin importar cómo tratar a su personal, a sus proveedores, a sus clientes. El valor compartido es un nuevo modelo de relacionamiento con la sociedad que permite generar recursos, no dejar de ganar y, a la vez, ayudar a crecer a la sociedad.

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