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Drama y necesidad: la realidad de los salvadoreños que migran a EEUU

Tras la muerte del joven Óscar Martínez y su hija de casi dos años, quienes fueron arrastrados por el río Bravo, el presidente salvadoreño prometió asumir los gastos de repatriación.

2019-06-27

Por Reuters

En menos de 10 días, tres migrantes salvadoreños han muerto intentado cruzar México para llegar a Estados Unidos en busca del tan anhelado 'sueño americano'.

El domingo, óscar Martínez, Tania ávalos y su hija Angie Valeria, de casi dos años, intentaron cruzar el caudaloso río Bravo, que separa México de Estados Unidos, pero jamás llegaron a su destino. La peligrosa corriente les arrebató la vida al padre y a la niña.

La imagen de ambos, recostados boca abajo en la orilla del río, se volvió viral y avivó el debate sobre la migración centroamericana en momentos en que Estados Unidos y México han fortalecido su política de fronteras, obligando a los migrantes a tomar peligrosos caminos para llegar al norte.

En la foto se ve a la niña dentro de la camisa negra de su padre, mientras su pequeño brazo derecho intenta aferrarse al cuello del hombre. La trágica escena recuerda la muerte del pequeño niño migrante sirio que se ahogó en 2015, tras naufragar la embarcación que lo transportaba en las costas de Turquía.

Sus familiares contaron que los migrantes estuvieron unos dos meses en un albergue en Chiapas, pero la familia se impacientó y emprendió su camino al norte.

Rosa Ramírez, madre de óscar, dijo a periodistas que su hijo se fue porque en El Salvador no ganaba lo suficiente y tenía el sueño de ahorrar para comprarse una casa propia.

'Desde la primera vez que él me hizo el comentario que se querían ir, yo les decía que no se fueran, que no tomaran esa decisión. Yo presentía, era un presentimiento tan feo, una como madre sentía que algo podía pasar', dijo Ramírez en su pequeña vivienda ubicada a las afueras de San Salvador.

Pero el río Bravo les hizo una mala jugada y sólo ávalos fue rescatada. Ella contó que la corriente se llevó primero a la niña y fue su padre quien salió en su ayuda, pero ambos fueron arrastrados por las aguas y desaparecieron. Las autoridades hallaron los cuerpos el lunes.

El mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, prometió que el gobierno asumirá los gastos de repatriación de los cuerpos. Su canciller, Alexandra Hill, exhortó a los salvadoreños a desistir de emigrar de forma irregular.

'Les imploro que no expongan a sus hijos y que no se expongan ustedes. Dennos la oportunidad para darles una mejor calidad de vida. Le estamos pidiendo al presidente Trump que le permita al presidente Bukele demostrar que en este país la migración va a parar, pero eso que ha sucedido por los últimos 20 años no se puede para en dos semanas de gobierno', dijo Hill.

Cada año, miles de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños huyen de la pobreza y violencia en casa y, cruzando México, intentan llegar a Estados Unidos en busca de un mejor futuro.

'La pobreza nos motiva a irnos'

Mientras organiza los servicios fúnebres de su hija, Darío Escobar exige a las autoridades que hagan justicia por su muerte, supuestamente cometida por la policía federal de México, cuando la joven intentaba llegar a Estados Unidos.

Huyendo de la pobreza, Senaida Escobar Cerritos, de 19 años, salió los primeros días de junio de El Salvador viajando como ilegal para intentar reunirse con su padre en Santa Cruz, California, y trabajar limpiando casas.

Pero el 14 de junio, tras haber recorrido más de mil 400 kilómetros desde su natal Victoria, en El Salvador, el vehículo en el que viajaba la joven junto a otros 16 migrantes salvadoreños fue atacado a tiros por supuestos policías en Veracruz.

Ella murió en el acto y otros dos migrantes resultaron heridos de bala. La joven, que no terminó el colegio, es considerada la primera víctima mortal desde que México endureció su política migratoria para cumplir un acuerdo con la administración de Trump.

'Quisiera justicia, que las personas que hicieron esto, las personas que dispararon, que paguen con cárcel porque fue una criatura que iba desarmada cuando la mataron', dijo a Reuters, con la voz quebrada, Darío Escobar.

Tras la muerte de su hija, el jardinero de 58 años tuvo que volver de emergencia desde Estados Unidos para coordinar la repatriación del cuerpo a El Salvador, que le ha costado unos 6 mil dólares, según comentó.

'La pobreza nos motiva (a) irnos y ver por la familia que la pase mejor acá (El Salvador). Aunque uno sufre en Estados Unidos, que la familia la pase bien es la meta de uno', dijo.

Dentro de la humilde vivienda, los familiares preparan el corredor, las coronas de flores artificiales y los tamales que ofrecerán durante el velorio de la joven, en un cantón del municipio Victoria, a 100 kilómetros al noreste de San Salvador.

Los familiares esperan este miércoles el cuerpo de Senaida para enterrarla el jueves. Mientras sus restos llegan, una vela ilumina un retrato de la joven con toga y birrete, un recuerdo de su graduación de noveno grado en la escuela de la empobrecida localidad, fronteriza con Honduras.

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