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Exclusiva EyN: Manuel Orozco: ‘La idea de que Ortega permanezca hasta 2021 ya no es viable para nadie’

El experto nicaragüense dice que la lucha cívica en Nicaragua llegó a la etapa de resolución y anticipa cuatro escenarios potenciales para superar la crisis política que lleva más de 80 días y más de 260 muertos.

2018-07-12

Por Roberto Fonseca L.- estrategiaynegocios.net

El Gobierno de Estados Unidos sancionó la semana pasada -por medio de la Magnitsky Act- a tres funcionarios nicaragüenses por corrupción y violaciones a los derechos humanos.

Se trata del comisionado general Francisco Díaz, director de la Policía Nacional y consuegro de Daniel Ortega, Francisco López, el tesorero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y vicepresidente de Alba de Nicaragua, SA, y Fidel Moreno, secretario político del Frente Sandinista en Managua.

Los tres funcionarios forman parte del círculo de poder de Daniel Ortega. Algunos analistas en Nicaragua señalan que esto es preocupante.

La crisis en Nicaragua, que surgió el pasado 18 de abril por una reforma a la Seguridad Social y que se ha extendido en el país debido a la feroz represión por parte del régimen de Daniel Ortega, está actualmente en una etapa de desgaste y se aproxima a una etapa de resolución, en la que hay cuatro potenciales escenarios, concluye Manuel Orozco, Senior Fellow de The Dialogue.

Sobre estos escenarios, sobre el impacto de la crisis para el país, y sobre las respuestas del gobierno de Donald de Trump y del resto de la comunidad internacional, hacia la represión y las violaciones a los derechos humanos que ha cometido el régimen de Ortega, a través de sus fuerzas policiales y parapoliciales, conversó E&N en exclusiva con Orozco.

Foto: Estrategia y Negocios

Recientemente se conoció que tres funcionarios muy vinculados al círculo de poder de Daniel Ortega, fueron sancionados con la Ley Global Magnitsky por violaciones a los derechos humanos y por corrupción y algunos analistas en Nicaragua señalan que esto es preocupante. ¿Qué impacto real tienen estas sanciones?, ¿cuál es la lectura que hace?

Las sanciones de Estados Unidos lo que reflejan es una respuesta directa al nivel de represión estatal que existe en Nicaragua. Casi de forma efectiva, lo que existe en el país es un terrorismo de estado, que ocurre prácticamente desde el 30 de mayo, dirigido por parte del gobierno de Ortega a través de la Policía y de las fuerzas paramilitares o parapoliciales.

Estados Unidos ha respondido con los instrumentos que tiene a mano, que incluye la Ley Magnitsky (Magnitstky Act), que tiene como propósito sancionar a todas aquellas personas que han participado directamente en actos de conspiración contra los derechos humanos de un país. No es un instrumento que está basado en solo en un país como originalmente ocurrió, sino hacia aquellas personas que han atentando dentro del Estado, contra la integridad de las personas.

Estos tres funcionarios sancionados son claves, porque se conoce que han participado directamente en autorizar, en dirigir o en coordinar, el nivel de represión que existe en el país.

¿Qué tan preocupado debería estar en el país en su impacto?

El país de cierta manera le da la bienvenida a estas sanciones porque de hecho se venía esperando que esto ocurriera con anterioridad, sin embargo se da en un buen momento, cuando la oposición se encuentra en una situación de reorganización y preparación para una nueva estrategia de resistencia contra el régimen, para exigir sus demandas.

Ahora, la preocupación real es hacia el régimen de Ortega, porque esta es una de otras sanciones que van a venir emanando no solamente de Estados Unidos, sino de otros países de la comunidad internacional. La Unión Europea ha manifestado su oposición hacia la represión y su apoyo al diálogo, y eventualmente creo que la comunidad internacional no sólo hablará de preocupación, sino que protestará y seguirá protestando en números crecientes ante las violaciones a los derechos humanos. De seguir la represión, la comunidad dejará la idea del diálogo a un lado y empezarán muy pronto a proponer un adelanto de las elecciones.

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En Nicaragua ya está instalado el Grupo de Expertos Interdisciplinarios y el Mecanismo de Seguimiento de la CIDH, así como una misión del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, sin embargo hay frustración en el país porque pese a la presencia de estos organismos internacionales la represión continúa y se ha recrudecido. ¿Qué percepción hay afuera sobre la labor que están realizando estos organismos y sobre la represión que vive el país?

Estos organismos de derechos humanos tienen un doble rol. Por un lado, tiene la misión de constatar y prevenir que existen violaciones de derechos humanos y, por otro lado, ser la voz de la comunidad internacional ante tales violaciones, tanto en el sentido de prevenir que sigan ocurriendo como para denunciarlos a nombre del entorno global al que represente.

La presencia de ellos refleja de gran manera el compromiso de la comunidad internacional y la certeza de que realmente hay un problema serio de violaciones a los derechos humanos por parte del Estado en Nicaragua, y que el Estado mismo o su presidente está ignorando los llamados de cese a la represión.

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Esa presencia de alguna manera también crea las condiciones para que la comunidad internacional trate de hacer un poco más de presencia física, pero también de implementar otro tipo de presión internacional.

En uno de los trabajos que he escrito, he planteado que Nicaragua se encuentra en la tercera etapa del conflicto, es una etapa de desgaste, donde todas las fuerzas empiezan a afectarse en la disminución de sus recursos (económicos, políticos, sociales, e internacionales), en su capacidad de respuesta, y de resiliencia.

¿Cuál es la resilencia entre ambas partes en conflicto?, ¿cuál pesa más?

En el caso de Nicaragua, la resiliencia es bastante sostenible, y proviene de diferentes sectores cuando estamos hablando de la oposición. Proviene de la Alianza Cívica, de la Iglesia Católica, de la comunidad internacional, de los ciudadanos y de la empresa privada, e incluso de otros sectores sociales y políticos que no simpatizan con el régimen de Ortega.

De parte del gobierno, la resiliencia proviene básicamente de dos círculos pequeños. Primero, del círculo que acompaña a Daniel Ortega y Rosario Murillo, que está integrado de un grupo bastante pequeño que casi exclusivamente está compuesto de aliados que se juntaron en lo últimos 10 años.

El llamado Sandinista histórico no está presente ni a favor de Daniel Ortega. El segundo círculo que conforma el capital político de Daniel proviene de una Policía dividida y de un Ejército que todavía no se ubica en esta situación de conflicto. Las fuerzas llamadas paramilitares o parapoliciales, que en realidad han operado como tropas de choque y se han constituido básicamente en la guardia presidencial, son grupos cuya lealtad es limitada por su naturaleza rentista.

Entonces, dentro de esa circunstancia, la comunidad internacional sí ha jugado un rol importante en cambiar el balance de poder.

Ortega ha desatado una feroz ofensiva miltar,¿ésta ganando, está imponiéndose?

Una visión superficial diría que la estrategia de represión estatal de Ortega va ‘ganando’ porque hay continuidad del número de muertos (Ortega está asesinando a un promedio de 5 personas diarias desde el 19 de abril, con puntos de incremento en momentos claves, como el 30 de mayo), de la desarticulación de los tranques, y que en algunos casos, la presencia de la gente protestando en las calles se ha disminuido. De gran manera lo que esto representa es un desgaste mutuo. La gente siente y resiente la represión con dos meses de continuidad, pero Ortega sabe que este tipo de mecanismo es de corta duración (porque sus fuentes represivas se van agotando).

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Por otro lado, cuando se ve en términos prácticos que la continuidad de la protesta es real, que la Alianza Cívica más bien sigue más fortalecida que debilitada (el país casi de forma entera deposita su confianza en ellos, responden a las llamadas abiertas al paro, por ejemplo.

La condena más reciente contra el acoso a los líderes religiosos constata de qué lado está la Nación), que la comunidad internacional sigue movilizándose y llamando en pro del cambio político en Nicaragua y que el Ejército se siente presionado de que no puede intervenir a favor de Ortega, y que el sector privado también se resiste a las presiones de Ortega y a los chantajes que intentó hacer (como la presión a la banca de reportar los nombres de personas que estaban retirando sus depósitos, acto que es violatorio de acuerdos internacionales de privacidad bancaria), pues lo que se nota de sobremanera es que esa resistencia de la oposición está ganando terreno.

El punto claves en este mismo momento es cómo se aprovechan, o cómo se apalancan de estos logros para presionar un poco más a Daniel Ortega, hasta que llegue un punto en que tenga que aceptar su salida negociada.

Etapa de resolución

En ese análisis ¿cuál sería la siguiente etapa del conflicto?, ¿la resolución?

Exactamente. La tercera etapa es el conflicto de desgaste prolongado y esto puede durar dos, tres meses, puede durar hasta un año. En un país como Nicaragua, bajo las circunstancias en que se encuentra, este desgaste tiene una caducidad más pronta, que lo que ocurre en Venezuela, o en Siria por ejemplo, porque el régimen es mucho más bastante débil (no cuentan con un padrino fuerte), la economía no resiste (ni le está reportando muchos ingresos al régimen), y el Estado no puede resistir tanta presión (las fuerzas de seguridad se están dividiendo más, aunque se miren más represivas en la calle).

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Entonces, la siguiente etapa es de la resolución del conflicto, es donde surge una solución política a la situación. Es difícil en este contexto estallar en una guerra civil, ya que hay un pequeño chance que aunque la resistencia civil en algunos casos ya deje de aguantar la represión, salga a armarse a las calles.

¿Qué detona est diferencia?

La gran diferencia de esta movilización política sobre otras en la historia de Nicaragua está en la decisión consciente de oponerse con todos los medios políticos, aun sabiendo los costos que esto conlleva en vidas dada la forma y el modus operandi del que opera Daniel Ortega. El señor Ortega realmente se quitó la ropa de oveja para mostrar la ferocidad represiva de su autoritarismo.

La mayor probabilidad es que la oposición cívica continúe creciendo con más fuerza (como ha sucedido) y logre presionar al régimen de manera que acepten una salida y ahí es donde la Magnitsky Act tiene un rol muy importante, porque lo que está diciendo es que por un lado está deslegitimando el uso de la fuerza del Estado nicaragüense en la figura de tres personajes claves en la seguridad pública y, en segundo lugar, los está desarmando porque son personas que también se han venido beneficiando corruptamente del régimen nicaragüense. Cualquier persona bajo esa ley pierde sus riquezas guardadas en el sistema financiero y en otras relaciones económicas. Entonces, este tipo de acciones sí tiende a tener un efecto positivo.

Cuatro escenarios en el horizonte

Entonces, ¿visualiza dos escenarios de resolución?, ¿un conflicto armado o una solución política al conflicto?

Más o menos. Son dos posibles resultados: uno es un conflicto prolongado de naturaleza armada, que se puede decir que asume el rol de guerra civil; y el otro, un conflicto prolongado con una resistencia civil, que concluye en una negociación política (depende en que momento Ortega decida negociar, entre más tarde él, menos que negociar tendrá).

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La probabilidad de este último resultado es más alta que la opción de que el país entre en un conflicto armado.

Ahora, dentro de eso (solución política negociada), hay varios escenarios.

Un escenario es que la presión internacional, con la presión nacional, logren obligar al régimen de Ortega a negociar su transición con elecciones para marzo de 2019, que es lo que se ha venido proponiendo, que es lo que la Iglesia ha traducido como parte de la demanda de la población.

El segundo escenario es que si la presión internacional es más fuerte y se conforma además un liderazgo común dentro de la Alianza Cívica, que conglomere a un grupo de oposición (incluyendo disidencia sandinista) mucho más amplio y que le dé legitimidad a una voz en el país y que le dé un poder de convocatoria mayor (la resistencia popular aún puede lograr ampliar su poder de convocatoria si se presenta un liderazgo aceptable por los dirigentes miembros de la Alianza), y en donde la comunidad internacional los apoye, las opciones de Ortega terminan siendo nulas. El ejército se verá presionado a manifestarse ante esta circunstancia. Y la policía ya desprestigiada reevaluará sus costos de oportunidad.

Esos factores en conjunto, van a tener un efecto devastador sobre el régimen, para que termine negociando y cediendo una transición posible, aun mas en sintonía con una salida mas temprana.

Y, ¿cuáles son los otros escenarios?, ¿cuáles son sus características?

Hay un tercer escenario donde la presión internacional crezca aún más (con mas sanciones de parte de Estados Unidos, condena de países Latinoamericanos, y de Europa), y donde la presión nacional sea más fuerte, con un nivel de protesta en la calle dispuesta a aguantar las balas, con tal de llevar a Daniel Ortega en la cárcel.

Este tercer escenario, en estos momentos no es improbable porque refleja que la paciente impaciencia-para citar a Tomás Borge- del pueblo nicaragüense se habrá agotado en los próximos meses, a un nivel que la gente ya no quiere más Daniel Ortega y Rosario Murillo, y los quiere en la cárcel. En este momento, la población promedio se está manifestando en esta dirección al ver la exagerada forma en que el régimen sigue reprimiendo. Conociendo la historia política de Nicaragua, uno no debería de sorprenderse que ese escenario es real.

¿Qué tan extrema podría llegar a ser la resolución?

Ya cuesta descifrar racionalmente a qué le está apostando Ortega a la represión. En un extremo dado y altamente improbable que continuara su gobierno, su impopularidad, la violencia y la protesta harían de él una persona indeseable y del país un estado ingobernable. No cabe encontrar cual es su lectura acerca del punto de equilibrio que le da la represión.

Si en este momento se hiciera una Consulta Nacional, más de la mitad de la población nicaragüense diría que a Daniel Ortega no se le tiene ni debería ofrecer una transición, de volver a su casa a jubilarse, sino que pediría que fuese juzgado por sus crímenes y su abuso de autoridad que incluye el enriquecimiento ilícito de su familia.

En un inicio se habló de un escenario de aterrizaje suave, que proponía esperar que Ortega concluyera su mandato, ¿es viable?

Creo que en la medida que va avanzando este conflicto, se van aclarando un poco más esas tensiones, de manera que si vos ves, hay una especie de línea continua, en el extremo izquierdo está el escenario armado, seguido (tercer escenario) de una paciente impaciencia popular, después de una pronta salida negociada, y finalmente (cuarto escenario) de una salida negociada con elecciones para marzo de 2019. El "soft landing" que se hablaba para Daniel Ortega, de llegar al 2021, al terminar su periodo, ya hoy no es una opción para nadie.

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Esos son los cuatro escenarios en estos momentos y realmente dependen de los factores que te mencioné: un pueblo o una Nación impaciente e intolerable ya de los abusos, un liderazgo nacional con una legitimidad multiclasista, un poder de convocatoria de la Alianza mucho más fuerte del que existe ahora, y una comunidad internacional más apegada a apoyar a esta Alianza Cívica mediante sanciones y boicots. Esos cuatro factores pueden llegar incluso a poner a Daniel Ortega en la cárcel. Este proceso resalta la importancia ahora de pensar y organizar un equipo de transición y un mecanismo de justicia transicional para el país.

Ahora que está describiendo esos cuatro escenarios... hay sectores que han planteado la necesidad de constituir un gobierno transitorio, o una junta provisional, con personalidades y provenientes de varios sectores. ¿Coincide con su planteamiento?, ¿lo considera vital para la lucha cívica?

El cuarto y tercer escenario pueden dar a que Daniel Ortega proponga y disponga, especialmente el cuarto escenario. Que él diga, "voy a adelantar las elecciones para marzo de 2019, voy a dirigir el proceso de reforma electoral para el país y convocar a elecciones. Y, voy a asegurarme además que se produzca una transición pacífica de aquí a marzo de 2019." Esa es una alternativa que puede ocurrir en su perspectiva con su opción de manejar el balance de poder del país con sus fuerzas de seguridad.

La segunda opción es con una coalición más legitimada (el segundo escenario). La política detrás de este proceso conlleva dos componentes: un calendario de implementación de arreglos que incluyen reformas políticas como son las reformas a la Ley Electoral, el control de las fuerzas de seguridad por parte de entes independientes al régimen de Ortega. Ahí hablo de la conformación de una especie de equipo de transición.

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Demanda popular versus realismo

Actualmente, después de casi 80 días de lucha cívica, ¿cómo valoras el impacto que ha tenido esta crisis política?, ¿cómo se percibe en el exterior?

Bueno, es un impacto devastador en la medida que estamos hablando de más de 300 muertos, más de 2.000 heridos, una economía que está funcionando prácticamente si acaso a la mitad de su ritmo normal, un gobierno que no es funcional, con una relación internacional bastante desquebrajada, bastante desconectada.

Este es un país al que se dice que te recomiendan no visitar. El impacto para Nicaragua de esta crisis, es abrumadoramente negativo.

Al que afecta más es a Daniel Ortega, en la medida que es quien se encuentra en la mira de la ilegitimidad de su autoridad política. Pero, las muertes de tantos jóvenes a manos de entes armados con apoyo estatal, es cruel, indefendible y fuera de todo argumento político. En este momento ¡Daniel Ortega y Assad tienen más en común que Donald Trump y Duterte en Filipinas!

En Nicaragua hay una demanda generalizada de que Daniel Ortega y Rosario Murillo abandonen ya el poder. Sin embargo, en el escenario de elecciones anticipadas, ¿Es viable que Ortega se mantenga en el poder hasta que se realicen esos comicios o no?

La voz de la calle es saquemos ya a Ortega del poder; la voz del realismo político es que eso no es posible, porque siempre hay una voluntad de darle al oponente una salida decente, honorable, y eso es lo que está sobre la mesa en estos momentos. Entonces, echar a Ortega ya, en estos momentos, no es una realidad.

Por otro lado, que Ortega se quede hasta noviembre de 2020, tampoco suena como que sea una opción porque la crítica internacional es muy grande, al igual que los cuestionamientos a lo interno del país.

El sector privado no se va a echar para atrás de la noche a la mañana. Por tanto, la respuesta está en el intermedio, entre básicamente ya y noviembre del 2020, y ese punto intermedio podría ser marzo del 2019, realísticamente hablando.

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Aún, cuando existiese la posibilidad de echar a este individuo, en estos momentos es difícil introducir de inmediato un plan de transición, con un equipo, con una propuesta y con una estrategia de cambio. Aunque hay líderes pensando un poco en esto.

Entonces, estaría creándose un caos mucho más profundo. Echando a Daniel Ortega, el 15 de Agosto, por poner una fecha, sin tener un plan de salida es problemático. ¿Por qué es importante marzo de 2019?, porque técnicamente, al pensar en términos de lo que se necesita para una transición electoral, hacia una elección nacional, y en crear estabilidad política y normalidad, tienes que pensar tanto en las reformas a las reglas del juego como el juego mismo político-electoral.

Tienes que darles por lo menos unos seis meses a los contendientes, que manifiesten sus agendas, que organicen sus equipos, que hagan sus campañas y peleen por el voto. ¿Menos de seis meses?, puedes hacerlo, pero sería un proceso inestable y apresurado.

Realmente estamos a nueve meses, y en ese sentido, hay que apurarse. Sino, si las cosas siguen sin resolverse, el desgaste va a llevar a la población a una mayor impaciencia.

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