Claves del día

Y pensar que éramos inmortales (o los errores de la soberbia)

Los cambios por lo general son para bien, y aunque uno no lo crea, los mejores consejos suelen ser gratis. Pensar lo que no se es, desafiando leyes de tiempo, desoyendo al cuerpo y al entorno (traducción alternativa: a la organización y al mercado) sinceramente no funciona.

2017-03-09

Por: óscar Rojas Morillo*

Un día amanezco y no me siento del todo bien. Quizá una semana o un mes pesado de trabajo. Al final de cuenta todo pasa factura. ¿no? Durante esa noche definitivamente mi ansiedad puede mas que yo y voy a la emergencia para ver que me sucede. Salí con la orden de un Holter y como dos hojas detalladas de los exámenes de sangre que tenía que hacerme.

Y un día descubres que tienes canas en toda la barba. Aún no produzco colesterol malo, mis triglicéridos son de museo y mi analítica en general es de admirar, pero soy hipertenso y no hay que darle mas vueltas al asunto. Me creía inmortal y ya no (una obviedad pero en la ceguera juvenil es un estado de vida). Debo restringir mi consumo de sal, café del valle de Huehuetenango, carnes y buen vino (no porque me los haya negado mi… ¡oh, tengo cardiólogo! sino por precaución mía), hacer ejercicios y cuidar rutinas de sueño, en realidad hacer cosas sensatas pero que no son tan sensatas cuando no importa lo que hagas siempre eras un 4x4 listo para todo. Ya no. El tiempo no pasa en vano, razón tiene mi mamá al decirlo y también Enrique Bunbury es su monumental ‘La Chispa Adecuada’ cuando dice que ya somos más viejos y más sinceros… ¿Y qué más da?

Quizá el pecado es otro. ¿Qué tiene de malo ir hasta el limite cuando se puede? El tema es saber cuando detenerse un momento para rectificar la trayectoria. Para ello se necesita sabiduría propia, ahora lo sé, cosa que quizá no tenemos de jóvenes pero es innegable que podemos pedir consejos, que suelen ser gratis salvo que contratemos a una consultora. Pero hay casos que son dignos de estudiar y entender cómo llegaron tan lejos en su trayectoria de colisión sin darse cuenta que el agujero era mucho mas pequeño que la envergadura de la nave que estaban pilotando y pensaban hacer pasar por dentro. Algunos sobrevivieron y otros no. No me refiero desde luego a enfermedades o malos hábitos en la vida de una persona. No me creo en la posición de dar consejos de nada. Voy a la soberbia en personas muy inteligentes que teniendo a su cargo una gran nave (empresa) la hicieron estallar por indolencias propias de un pensamiento de juventud (lo que conlleva orgullo, cierta dosis de ceguera, prepotencia) y haciendo lo que razonablemente, sin necesidad de MBA, o de genios al lado, no tenían que haber hecho. Insisto, no estoy refiriéndome a tomar decisiones increíblemente arriesgadas o después de muchas horas cafeínicas de deliberaciones. No. Estoy refiriéndome a la soberbia como pecado de no querer cambiar por ser sabios en su propia (y única) opinión.

Pase adelante y póngase cómodo. Hay miles de casos que pueden resultar icónicos para recordar cómo la ceguera producto de la soberbia nos puede hacer perder posiciones en nuestros mercados de competencia o no permitirnos adentrarnos en otros. No quiero hacer leña del árbol caído de ninguna empresa, porque si bien es cierto que cayeron, y en algunos casos, de manera estrepitosa, no es menos cierto que cayeron de la altura donde estaban porque habían sido capaces de llegar hasta allí, como se dice en el mundo del futbol: aquí no se regala nada, lo que nos vienen a decir es que sí sabían hacer las cosas no bien, sino francamente bien pero después como que se les olvidó la receta o tuvieron demencia pasajera o un ataque de inteligencia aguda. Al final de esta columna reflexiono un poco sobre qué fue lo que le sucedió (o pudo haberles sucedido) a estos súper lideres para comenzar a hacer las cosas rematadamente mal. Pero tiempo al tiempo, mientras, denme unas líneas más para darles unos ejemplos corporativos inexplicables: uno que raya entre la ternura y lo increíble es el caso del único extraterrestre buena onda que no se la daba de más inteligente que nosotros y que no venía a colonizarnos y a explicarnos cómo domar la gravedad y los secretos de la quinta dimensión, no, no era el insufrible Alf, me refiero a E.T. ¿Recuerdan el pasaje en que Elliot atrae a E.T. con dulces? La marca inicial era obvia, y quizá si les pregunto en una encuesta todos dirían que la marca era claramente Mars o M&M (que son de la misma casa) pero no! A ellos no les pareció lo suficientemente atractivo que un extraterretre fuera seducido por chocolates de Marte (Mars) y no dejaron que utilizaran su marca como anzuelo utilizado por el nene. ¿Quién si lo permitió? ¡Hershey’s! Cuento corto: la película al menos yo la vi dos veces en el cine, la vio todo el mundo y todos queríamos Reece’s Pieces. No fue mucho lo que crecieron las ventas, solo un enorme 65%. El oxigeno en la estratosfera debe haberles nublado la mente a los de Mars.

Dos más, menos dulces pero igual de extraños: todos los ingenieros mecánicos e industriales conocemos a Henry Ford por su cadena de montaje, que en realidad modernizó el modelo de Ransom Olds, y sobre esta maravilla montó su celebérrimo Modelo T, ¿el problema? Ford estaba tan seguro de su auto y su perfección que se negó a cambiar inclusive el color durante años, mientras Chevrolet comenzó a modificar y a introducir cambios en la competencia. Cuando el bueno de Henry se dio cuenta ya había perdido el primer lugar de un segmento que prácticamente el generó. Hay quien dice que nunca más Ford fue primero, inclusive hasta hoy. Otra de motores: Lo de Harley Davidson es el mas allá de querer inventar la rueda, por suerte les fue mejor en el movimiento de reversa, que también es válido. Hay muy pocas marcas, pero realmente muy pocas que generen en sus seguidores niveles de fidelidad tan altas como esta empresa de motos donde se ejemplariza la libertad, la masculinidad y el ruido que genera un caballo bronco mecánico. Pues muy bien, no contentos con tener el diseño de cigüeñal mas famoso del mundo que hace inconfundible su ruido, se les ocurrió que sus recios fans de todo el mundo querían oler muy bien y al afeitarse aplicar ¿por qué no? un poco de after shave… Perfume de Harley y after shave… ¿a tipos que precisamente lo que les gusta es oler a cuero y carretera? y no estar con ataduras de afeitarse. Se echaron para atrás cuando se dieron cuenta que no le vendían un perfume ni al CEO. Cosas que suceden…

Pero si eran tan inteligentes. ¿Qué sucede en la mesas de dirección, entre los accionistas y en las mentes de esos gurús que un día están en las portadas de las revistas, dan conferencias por el precio del 10% del PIB de un país mediano y otro día ni le invitan una cerveza en el bar de la esquina? Pues seguramente muchas cosas, quizá infinitas, pero he logrado ver o al menos aislar, comprobar y entender cinco actitudes que he visto en primera persona o que me lo han contado… un amigo de mi primo que sale con la sobrina de mi vecino…

  • Se ven a si mismos y sus compañías como intocables. Una posición de liderazgo los tranquiliza y al parecer los inmoviliza, nadie les puede hacer daño, son los primeros: ¿Quién osaría atacarlos cuando ocupan el trono de los siete reinos?... Vean BlackBerry por favor.
  • No son capaces de saber donde detenerse. Pierden el don del foco. Hacemos de todo y para todos y aun así queremos ser los número uno en todo. Eso no tiene sentido, menos en la época que vivimos de superespecialización. Uno de los grandes del management lo entendió siempre y por eso fue quien fue e hizo lo que hizo: con ustedes Jack Welch de GE.
  • Se creen la persona mas inteligente de la sala. Vito Andolini era un tipo sabio, muy sabio. Amigo de sus amigos y desconfiado como buen palermitano. Le fue fantástico en la vida sobretodo porque siempre se hacía reunir de consejeros a los que oía concienzudamente. Aun cuando Vito era Il Padrino no suponía saberlo todo, una clave de éxito.
  • Se reúnen de personas Yes. Esto sí que es la locura al estilo Corea del Norte, terminan hablando solos porque todos en su mesa le dicen sí a sus iniciativas o desvaríos, y claro, van directo al precipicio y aun así creen que lo están haciendo genial. Jobs lo tenia tan tan tan claro que dicen que sus peleas con Jonathan Ive (su jefe de diseño) eran legendarias, aun así jamás lo despidió. Steve Jobs le dio forma al pensamiento que uno contrata personas mas inteligentes que uno no para decirles que hacer, sino para que nos digan qué hacer ellos a nosotros.
  • Pasan de las señales de alerta. Otear el paisaje y ver por dónde vendrá el viento no es fácil. Pero eso no quiere decir que nos vamos a poner una venda en los ojos y pensar que, como en el tercer punto, nos la sabemos todas. Steve Ballmer, sucesor de Bill Gates cuando supo de iPhone se rio y dijo que no imaginaba a nadie con un teléfono con una pantalla touch… ¿Cual es el ultimo Windows Phone que usted conoce?
La gestión eterna del cambio. Los cambios por lo general son para bien, y aunque uno no lo crea, los mejores consejos suelen ser gratis. Pensar lo que no se es, desafiando leyes de tiempo, desoyendo al cuerpo y al entorno (traducción alternativa: a la organización y al mercado) sinceramente no funciona. La innovación no es es, ni la creatividad tampoco, porque buscar nuevos productos o mercados no pasa por comenzar a cambiar de espaldas solo porque nadie lo hace. Quizá las respuestas están mas cerca para crecer y ser sostenible de lo que uno cree. Yo pensaría en dos, sin animo sofista desde luego: no a la soberbia y si a la sensatez.

¡Nos leemos pronto, Dios mediante!

*Cocinero por pasión. Profesor universitario, consultor y conferencista internacional e Ingeniero mecánico de profesión, es además director ejecutivo en The Learning Group (www.thelearningroup.com). Entre sus estudios cuenta con maestrías de administración de negocios (MBA) y gestión de proyectos (MPM); y con Robótica y Automática Industrial a nivel de doctorado. Agitador tecnológico y admirador del talento humano y de los sueños que conllevan los procesos creativos, cree en la innovación como llave de cambio a todo nivel. Está casado con una chapina y tiene un hijo chileno.

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