Claves del día

Trump siembra dudas sobre si aceptará una victoria de Clinton

El republicano hizo una declaración alarmante que puede socavar la credibilidad en el sistema electoral estadounidense a 20 días de la elección presidencial.

2016-10-19


Por Univisión

Comenzó pareciendo durante la primera media hora un debate de otra época, con candidatos que discutían sobre asuntos sustantivos y ténicos y se trataban de modo cortés.

Pero el tercer debate presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton acabó convirtiéndose en un choque incluso más bajo para los estándares a los que ambos nos tienen acostumbrados.

En una declaración alarmante e inédita para un candidato de uno de los grandes partidos, Trump se negó a comprometerse a aceptar el resultado de la elección el 8 de noviembre, incluso después de que el moderador, el presentador de Fox News, Chris Wallace, le recordara que la confianza en el sistema electoral es una piedra fundamental de la democracia estadounidense.

'Pero, señor, hay una tradición en este país, de hecho una que enorgullece al país que es la transición pacífica del poder y que no importe cuán dura haya sido la campaña al final de la campaña el perdedor acepta al ganador', le advirtió Wallace.

'Lo que estoy diciendo ahora es que le diré en el momento. Le mantendré en suspenso, ¿Okay?', respondió el republicano.

La demócrata recordó el largo historial de quejas de manipulación de su rival.

'Hubo incluso una época cuando no obtuvo un Emmy por su programa de televisión por tres años consecutivos y él empezó a tuitear que los Emmys estaban manipulados', dijo Clinton medio en serio medio en broma.

Conspiraciones

Antes de eso ya había emergido el Trump más oscuro y esta vez Clinton no optó por mantenerse a la defensiva haciendo que el choque de 90 minutos en la Universidad de Nevada en Las Vegas volviera a parecerse a la fea campaña de ataques personales entre ambos.

Para Trump, el tercer debate era la última oportunidad de Trump para aprovechar la atención de decenas de millones de votantes sintonizados para dar un golpe de efecto y revitalizar su moribunda candidatura.

Clinton, que llegó al debate con una cómoda ventaja, recuperó los ataques, después de mantener un perfil más bajo en el debate de St. Louis. La demócrata de hecho fue la primera en sacar la artillería al acusar a Trump de 'atorarse' en su encuentro con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, porque no habló sobre su demanda de que México pague por el muro.

Al oír ese ataque, el hiperensible Trump, que hasta entonces pareció sedado, pidió a Wallace una rectificación. 'Creo que debería responder a eso, primero de todo, tuve un buen encuentro con el presidente de México. Muy buen hombre...'. A partir de ahí se desvaneció el Trump presidencial.

Aunque se notó que el republicano se había preparado más, insistió en las teorías conspirativas a las que ha recurrido conforme su campaña se ha hundido, alertando de un fraude masivo para evitar su victoria. A Clinton volvió a amenazarla con la cárcel y le llamó 'mujer sucia'.

Tanto Trump como Clinton intercambiaron duros ataques cuestionando la capacidad de su rival para ocupar el Despacho Oval. Aunque la preparación para ser presidente era solo uno de los seis temas del debate (junto a inmigración, economía, política exterior, deuda y ayudas públicas, la Corte Suprema) el carácter de ambos fue de nuevo el asunto que dominó el encuentro.

El debate comenzó de modo inusual, con una discusión técnica sobre el derecho a portar armas y el aborto.

Pero en el segundo bloque de 15 minutos, dedicado a la inmigración, la discusión se desvió por completo, derivando en ataques de Clinton a Trump sobre sus elogios al presidente ruso Vladimir Putin, el peligro de poner bajo su control las armas nucleares y el contraataque del republicano con la revelación en uno de los WikiLeaks de que Clinton aspira a crear un mercado hemisférico de energía.

A Trump no le importó seguir defendiendo al impopular presidente ruso, arremetiendo contra Clinton al decir que ha sido mucho más listo que la ex secretaria de Estado y que el presidente Barack Obama en Siria y en el Medio Oriente.

La demócrata cargó contra su rival por defender a Putin a pesar de las pruebas de agencias de inteligencia que indican que Rusia está detrás del hackeo de la cuenta de email de su presidente de campaña, John Podesta, que está siendo revelada día a día por WikiLeaks.
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'(Putin) quiere tener a una marioneta como presidente de Estados Unidos', le dijo Clinton.

'Usted es la marioneta', rebatió Trump.

Sobre inmigración, Clinton negó que proponga 'dejar la frontera abierta', como asegura falsamente Trump. El republicano recalcó que hay que expulsar a los que cometan crímenes llamándoles 'bad hombres' usando la palabra española.

'Y una vez que la frontera esté asegurada, en una fecha posterior, tomaremos una decisión sobre el resto. Pero tenemos algunos bad hombres y los vamos a echar fuera'.

Acusaciones de acoso

Trump volvió a negar las acusaciones de acoso de las mujeres que en los últimos días han minado su imagen entre las votantes femeninas. El republicano sugirió que están en la nómina de Clinton poniendo como ejemplo al operador demócrata que contrataba a provocadores para causar violencia en los eventos de Trump y que fue descubierto gracias a una cámara oculta.

El republicano también intentó recuperar su ataque más efectivo de los dos debates anteriores, cuando cuestionó por qué Clinton se opone solo ahora a tratados de libre comercio 'después de 30 años' en la vida pública.

La respuesta bien ensayada de Clinton fue contrastar la carrera de ambos.

En el segundo debate, en la Universidad de Washington en St. Louis, Clinton optó por una táctica defensiva que contrastó con sus golpes a Trump en el primer enfrentamiento, en la Universidad de Hofstra en Nueva York. Ambas tácticas le funcionaron para salir victoriosa, como han reflejado los sondeos telefónicos y por ello más fiables.

Horas antes del debate Trump dio señales de que no pretendía un viaje al centro, volviendo a recurrir a las invitaciones provocadoras.

Le dio entradas al debate a Leslie Millwee, que este miércoles acusó por primera vez a Bill Clinton de acoso sexual cuando era gobernador de Arkansas en los 80 y al medio hermano keniano de Barack Obama, Malik, quien ha apoyado al republicano y a Pat Smith, la madre de uno de los caídos en el ataque en Bengasi en 2012 del que los republicanos culpan a Clinton, quien era secretaria de Estado en ese entonces.

Clinton, por su parte, invitó a una limpiadora del hotel Trump de Las Vegas que fue despedida en 2014 por organizarse para sindicalizar a los empleados y que fue recontratada cuando su caso llegó a manos de oficiales federales.

El descenso a las profundidades del republicano ha continuado imparable en los diez días entre el segundo y el tercer debate. Dos días después del choque de St. Louis, Trump declaró la guerra a su propio partido y anunció que se deshacía de los grilletes. Lo que siguió fue una sucesión de mensajes oscuros y apocalípticos que han incluido teorías conspirativas sobre un fraude masivo y alarmas sobre la 'destrucción a la que Clinton conducirá el país'.

Clinton aprovechó su cómoda ventaja en las encuestas para dedicarse en pleno a la preparación para el debate, permitiéndose el lujo de pasar cinco días sin participar en eventos de campaña.

En respuesta, Trump recordó que el propio presidente Barack Obama ha mantenido un volumen constante de deportaciones diarias. 'Lo que quiero decir es que el presidente Obama ya ha deportado a millones y millones de personas', dijo Trump.

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