La compañías que cuidan a las personas son las que consiguen un plus de excelencia que otras no logran. Son organizaciones que sacan mucho más de sus profesionales. Y ese plus suele estar basado en razones emocionales.
Pero esto no suele ocurrir. Cuando ya no seas el número uno, o tu rendimiento profesional haya bajado muchos enteros, ¿puedes esperar algún tipo de clemencia o un trato compasivo por parte de tu empresa? Parece que no.
Es evidente que cualquier profesional tiene derecho a un declive, y cuando no nos sentimos respetados se rompe el contrato emocional entre la empresa y el empleado. Por eso, a pesar de tus éxitos, de la fama de estrella que tengas, de tu rendimiento y las recompensas que obtengas hoy, debes plantearte muy seriamente cómo se tomará tu compañía la hora de tu declive profesional.
Incluso si crees que eres un empleado estrella, o lo sospechas porque te lo han dicho en tu compañía, debes saber que esta condición de favorito no te hace insustituible, y que cada vez más organizaciones se dan cuenta de que prescindir del talento estrella no sólo no es malo, sino que implica una verdadera liberación para la compañía, sobre todo en el caso de aquellos profesionales que no tienen un perfil equilibrado y que pueden hacer daño a la organización y a la marca con determinados comportamientos. Hay quien piensa que la convivencia con determinadas prima donna puede ser un error para la organización, y que su presencia puede resultar perniciosa desde el punto de vista de la gestión del equipo.
Nunca lo fíes todo a que tu compañía te ofrezca posibilidades atractivas cuando llega tu ocaso laboral
Pero incluso si tú no perteneces a esa clase de prima donna tóxicas para la compañía, debes planificar tu salida, o al menos diseñar algún plan para cuando lleguen las vacas flacas, o las horas bajas. Como quieras llamarlo. Porque llegarán.
Por si esto no fuera suficiente, resulta imprescindible salir bien de una empresa o de un trabajo. Es mucho más difícil que saber entrar. Debes irte muy bien de tu compañía, aunque hayas sido maltratado, porque lo único que no abandona un profesional es su marca personal, y hoy no puedes esconder nada.
Si te vas mal, la consecuencia inmediata es el primer impacto que provoca en tu marca y en las empresas a las que luego te incorporas. Hasta el último día hay que estar al cien por cien, y conviene marcharse incluso con gratitud.
Algunos expertos ponen límite temporal al intervalo de un proyecto en el que te puedes mantener motivado y en alza: entre tres, cinco y siete años. Después de eso, conviene iniciar una nueva trayectoria, bien sea en tu organización de siempre o en otra.
Lo que resulta fundamental es saber cuándo ha llegado el momento de la cuesta abajo. No tiene sentido que insistas en mantener a toda costa el statu quo que tenías en tu empresa, porque ésta, inevitablemente, se olvidará de ti.
Como regla básica, no lo fíes todo a la posibilidad de que la compañía en la que trabajas te proporcione opciones profesionales que te satisfagan cuando llega tu ocaso profesional. Tú debes ser el protagonista de tu carrera.
Por qué te vas...
- Irse de una compañía es más común de lo que se piensa. Y buscar empleo desde el que se tiene no debe convertir al empleado en un profesional desagradecido, ni ha de marcarle. Muchos profesionales descontentos con su empresa o su trabajo saben gestionar adecuadamente su imagen, ante su jefe y sus colegas, cuidándose de no bajar el rendimiento y el desempeño.
- Lo primero que hay que tener en cuenta es que muchas compañías pagarán la desidia en la retención de ciertos profesionales, sobre todo aquellas que ven la retención de ese talento como un coste.
- Ten en cuenta que no es lo mismo mantener en secreto que buscas empleo, que tu jefe esté al tanto de tu búsqueda. Las implicaciones personales y profesionales son distintas si, a pesar de no haberlo comunicado, tu superior se entera.
- En una relación sana, lo deseable sería que el colaborador y su jefe tuvieran la confianza suficiente para contrastar el momento del ciclo profesional y las expectativas de desarrollo.
- Un reciente informe de Robert Walters concluye que 'un 83% de las compañías asegura saber cuándo un empleado piensa irse'. Según la investigación, los profesionales aguantan una media de tres o cuatro años en un puesto y deciden abandonarlo si no se sienten motivados o ese trabajo no supone un reto; si no encajan con su jefe o sus compañeros (una vez más prima el argumento de que las personas se van de sus mandos); o si se sienten infravalorados o mal pagados. Tampoco ayuda demasiado el hecho de que el empleado no vea seguridad y determinación cuando se trata de tomar decisiones: tanto en lo que se refiere a convencer a alguien como a mantenerle en el puesto, un principio general es que la persona y la compañía deben entender que esa posición ha de tener un propósito: que los objetivos e intereses estén alineados.