Empresas & Management

¿Qué oportunidades y desafíos inmediatos trae la agroindustria de la región?

Ante la evolución de la agroindustria, surgen presiones encontradas, oportunidades y nuevos desafíos que llevan a replantear las bases y formas del sector.

2019-12-16

Por Guillermo Foscarni/BID Invest*

La agricultura es esencial para nuestra propia existencia. Es el principal sector dinamizador de las economías de América Latina y el Caribe (ALC) y del mundo en general, ya que se estima que de ella dependen más de 2 mil 500 millones de personas, más de 240 millones de ellas en nuestra región.

Desde BID Invest, somos testigos de la evolución del sector de agroindustria y de las presiones encontradas, oportunidades y nuevos desafíos que enfrenta, los cuales llevan a replantear las bases y formas en las cuales se desarrolla.

Por un lado, el sector enfrenta una demanda por commodities agrícolas y alimentos en constante expansión (desafío de mayor productividad), apoyada por el crecimiento poblacional, una mayor urbanización y un mayor ingreso disponible que genera cambios en la dieta por alimentos más sofisticados y saludables, y una mayor demanda de agri-commoditiesdestinados a la producción de energía.

Este mayor consumo viene a su vez cargado con mayores demandas por parte del consumidor, que requiere de las empresas una mayor ética, transparencia y compromiso con su cadena de valor; que cumplan con las leyes, que paguen impuestos, que otorguen beneficios a sus empleados más allá de los que establecen las leyes, y que se comprometan con la agenda de sustentabilidad. Inclusive, son cada vez más los consumidores que demandan a las empresas involucrarse en iniciativas donde, en definitiva, en muchas ocasiones terminan sustituyendo la labor de los gobiernos.

Oferta y recursos

Por otro lado, desde el lado de la oferta, esta se encuentra limitada por la disponibilidad de recursos esenciales como el agua y tierra apta para la producción, ambos cada vez más escasos y de menor calidad por la acción del cambio climático (la agricultura es responsable del uso del 70% de agua dulce disponible, más del 40% de gases de efecto invernadero, conocidos como GEI, y del 70% de la pérdida de biodiversidad en el planeta).

El cambio climático constituye así una realidad cotidiana del sector, que afecta cada vez más los rendimientos, incrementa la volatilidad del negocio, y por consiguiente aumenta los costos de producción reduciendo márgenes, dejando de lado a los productores menos eficientes, que en general son los más pequeños (48% de la población rural es pobre, con 40% en situación de extrema pobreza).

Dada esta realidad de mercado de demanda creciente con oferta con crecimiento limitado, business as usual no es más una opción. El desafío venidero será que las compañías deberán dedicarse a producir más y mejores alimentos con significativamente menos recursos, focalizarse en el desarrollo e implementación de tecnología e innovación en modelos disruptivos que reduzcan las pérdidas de alimentos en el proceso productivo (food waste), aumente la intensidad en el uso de los recursos (mano de obra, tierra y agua), reduzca la producción de GEI y el consumo de energía, y se asegure una cadena de valor sustentable e integrada al mundo.

Las empresas están avanzando esta agenda, comprometiendo tiempo y recursos sustanciales hacia objetivos concretos predefinidos atados a la sustentabilidad de sus operaciones y de sus cadenas de valor, como así también en apostar por nuevas tecnologías y formas de trabajo disruptivas. Esto lo vemos cada vez más también en los clientes de BID Invest, que se están comprometiendo a ser parte de la solución con inversiones crecientes en prácticas y modelos de negocios innovadores con impacto positivo en el cambio climático, como una forma de generar nuevas oportunidades de negocio, proteger su reputación, incrementar su competitividad y reducir riesgos de una manera integral.

Estrategia hacia el futuro inmediato

Sin embargo, el adecuado y sustentable funcionamiento del sistema global de alimentos requiere una acción mancomunada de todos los eslabones. Acelerar inversiones en climate-smart agriculture (algo así como "agricultura inteligente respecto al clima") requiere:

-que gobiernos generen los incentivos necesarios y definan reglas de juego claras y estables; que las empresas se comprometan a apoyar cadenas de valor sustentables;

-que los productores adopten prácticas agrícolas más sustentables; que los consumidores cada vez más sean conscientes y exijan transparencia en la cadena de valor, y que las instituciones financieras tengan una mirada holística del largo plazo de la industria y provean soluciones financieras innovadoras.

En los últimos 4 años, en BID Invest hemos estructurado financiamiento sustentable a toda la cadena de valor del sector de agronegocios en 31 proyectos, en 20 países y por más de US$890 millones. Asimismo, como parte de la relación estratégica de largo plazo que entablamos con nuestros clientes y de nuestra mirada holística del negocio, hemos implementado diversas asesorías técnicas que apuntan a apoyar la adopción de prácticas y tecnologías sustentables a nivel compañías y su cadena de valor.

Mirando adelante, seguimos enfocados en apoyar compañías y proyectos que estén alineados con los tres pilares de nuestra estrategia: aumento de la competitividad, la mitigación y adaptación al cambio climático y el apoyo a modelos de negocios inclusivos. Creemos firmemente que ese es el camino por seguir.■

Guillermo Foscarni lidera el equipo de agronegocios en BID Invest. Se incorporó a la institución en 2019, y tiene como responsabilidad la estrategia, el plan de negocios, la gestión de clientes y la estructuración de transacciones del sector en América Latina y el Caribe. Antes de ingresar al Grupo BID trabajó en la Corporación Financiera Internacional (IFC por sus siglas en inglés) durante casi 17 años, ocupando cargos de banca de desarrollo e inversión en su cargo de oficial de inversión principal en el Departamento de Manufactura, Agronegocios y Servicios y en el de Inversiones & Crédito. Durante su periodo en la IFC, Guillermo originó, estructuró y supervisó múltiples transacciones de finanzas corporativas, como también inversiones de capital y cuasi-capital a lo largo de la cadena de valor de agroindustria en áfrica, Asia y América Latina. Guillermo posee una maestría en administración de empresas (MBA) de la Universidad del CEMA en Argentina, una maestría en manejo de riesgos de la Universidad de Nueva York en Estados Unidos y tiene un título de pregrado como contador público por la Universidad Católica de Córdoba en Argentina.

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