Por Molly Donovan, redactora de contenido para Lionbridge, e Ivannia Mena, traductora en Darwin by Lionbridge
Si está inmerso en una cultura occidental, podría ser un nombre: Odiseo, Don Quijote o Harry Potter. Durante siglos, los occidentales se han aferrado a la historia de un héroe, una figura central que atraviesa un viaje interno con uno externo que podría estar repleto con batallas, escapes y romances. Dichas características externas pueden ocupar páginas enteras, pero son los componentes internos (la búsqueda del protagonista por saber quién y qué es) los que hacen que la historia resuene.
Ahora, imagínese que crea un juego con abundantes narraciones, basado en los componentes centrales del autodescubrimiento. Ese juego podría ser increíblemente popular en las culturas occidentales, pero, ¿cómo se comportaría en China, por ejemplo, que valora mucho más la unidad cultural por encima del desarrollo individual del personaje? ¿Cómo podría crear un juego exitoso para una cultura que no valora esa pregunta central: ¿qué quiere el personaje?
Usualmente, eso es lo primero que uno se cuestiona cuando evalúa una historia. Pero es un asunto muy interesante a nivel cultural, porque es debido a una aspiración individual que acabamos identificándonos con los personajes. Sin embargo, tal actitud no es nativa de todas las culturas, lo cual genera un problema muy interesante por resolver.
Traducir y localizar un mensaje, cualquiera que sea, es una ciencia y un arte. ¿Cómo se puede lograr que la gente comprenda las razones del éxito de una historia? Es debido a los elementos colocados ahí por el autor. Se pueden derivar buenas prácticas si se estudian las mejores historias, pero el punto no es copiarlas, sino entender lo que hace que funcionen.
Conversar con el creador del juego y tratar de comprender lo que le ha llevado a ser exitoso es la clave para trascender las barreras culturales. Cuando una empresa tiene un juego exitoso, debe diferenciar el juego en un mercado nuevo y permitirle tener éxito sin diluir la esencia del juego original.
En Darwin by Lionbridge, entretejemos el arte y la ciencia de la globalización con las necesidades propias de aquellas compañías de juegos que busca transcender en la industria y llegar a nuevos mercados.
Si está inmerso en una cultura occidental, podría ser un nombre: Odiseo, Don Quijote o Harry Potter. Durante siglos, los occidentales se han aferrado a la historia de un héroe, una figura central que atraviesa un viaje interno con uno externo que podría estar repleto con batallas, escapes y romances. Dichas características externas pueden ocupar páginas enteras, pero son los componentes internos (la búsqueda del protagonista por saber quién y qué es) los que hacen que la historia resuene.
Ahora, imagínese que crea un juego con abundantes narraciones, basado en los componentes centrales del autodescubrimiento. Ese juego podría ser increíblemente popular en las culturas occidentales, pero, ¿cómo se comportaría en China, por ejemplo, que valora mucho más la unidad cultural por encima del desarrollo individual del personaje? ¿Cómo podría crear un juego exitoso para una cultura que no valora esa pregunta central: ¿qué quiere el personaje?
Usualmente, eso es lo primero que uno se cuestiona cuando evalúa una historia. Pero es un asunto muy interesante a nivel cultural, porque es debido a una aspiración individual que acabamos identificándonos con los personajes. Sin embargo, tal actitud no es nativa de todas las culturas, lo cual genera un problema muy interesante por resolver.
Traducir y localizar un mensaje, cualquiera que sea, es una ciencia y un arte. ¿Cómo se puede lograr que la gente comprenda las razones del éxito de una historia? Es debido a los elementos colocados ahí por el autor. Se pueden derivar buenas prácticas si se estudian las mejores historias, pero el punto no es copiarlas, sino entender lo que hace que funcionen.
Conversar con el creador del juego y tratar de comprender lo que le ha llevado a ser exitoso es la clave para trascender las barreras culturales. Cuando una empresa tiene un juego exitoso, debe diferenciar el juego en un mercado nuevo y permitirle tener éxito sin diluir la esencia del juego original.
En Darwin by Lionbridge, entretejemos el arte y la ciencia de la globalización con las necesidades propias de aquellas compañías de juegos que busca transcender en la industria y llegar a nuevos mercados.
