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Electromovilidad y transición energética: rumbo a la mitigación del cambio climático

Por Jorge Suárez, asesor en Electromovilidad, Transporte Público e Innovación Urbana, Volvo Group México

A nivel vehicular, la electricidad es la aplicación más eficiente de los recursos energéticos. Si bien los autobuses avanzados a diesel han progresado dramáticamente en materia de eficiencia, esto es, la energía efectivamente aprovechada para mover el vehículo, ésta es tímida en comparación con la de los vehículos eléctricos (a mayor eficiencia, menor uso de energía). Los vehículos a gas natural, por su parte, tienen la menor eficiencia energética entre las opciones vehiculares.

En ese sentido, ¿qué hacemos entonces con el gas natural? La respuesta es simple: utilizarlo donde es más productivo, como energético de una planta eléctrica, por ejemplo, de ciclo combinado, que alcanza una eficiencia del 60 % en comparación con menos del 20 % como combustible vehicular. Esto significa que, con el mismo volumen de gas natural, utilizarlo en una planta eléctrica en lugar de como CNG dará energía suficiente para movilizar 3 veces más autobuses.

Aun así, los precios recientes de las subastas de CFE (Comisión Federal de Electricidad) para energía solar muestran que los renovables son aún más competitivos que las más eficientes termoeléctricas. Esto significa que la matriz energética podrá limpiarse más rápidamente y, por ende, la electrificación del transporte llevará directamente a la progresiva descarbonización del sector.

¿Cómo funciona un autobús eléctrico de recarga rápida?

Los autobuses se recargan en 5-6 minutos en los extremos de ruta a través de una estación que tiene un brazo mecánico, conocido como pantógrafo, que desciende sobre unos rieles en el techo del autobús. Esta energía es suficiente para llevar el autobús al extremo opuesto. La operación se repite sucesivamente a lo largo del servicio durante los descansos operacionales en terminal en cada corrida.

Lo anterior permite dimensionar el paquete de baterías para atender segmentos de distancia y no para el total de recorrido diario, lo cual resultaría en peso y volumen excesivos. La recarga rápida permite reducir el número de baterías a bordo para priorizar la capacidad de pasajeros y hacer más viables los proyectos.

Vinculando autobuses eléctricos y energías limpias

Un tema interesante es cómo instrumentar que la energía suministrada a los proyectos de electromovilidad sea libre de emisiones o neutral en carbono. Precisamente, la Reforma Energética ha abierto esta posibilidad. Por una parte, las mismas ciudades pueden suministrar dicha energía a partir de generación distribuida o, por ejemplo, aprovechamiento eléctrico (Waste to Energy) de rellenos sanitarios, como ocurre en Monterrey, Aguascalientes y próximamente en la Ciudad de México.

Otra alternativa es simplemente adquirirla en el mercado de energía renovable, donde usuarios calificados, es decir que su demanda sea superior a 1 MW, podrán comprar energía limpia en contratos de varios años que otorguen estabilidad y mitiguen la volatilidad.

Por ello, los ahorros en gasto energético al migrar de autobuses convencionales hacia eléctricos son sustanciales - alrededor de un 60 %. Con un contrato bilateral de energía limpia, la reducción adicional puede ser del 20 %. En parte, estos ahorros sustentan la mayor inversión que implican los autobuses eléctricos. En el caso de éstos, un proyecto que utilice 3-4 cargadores rápidos, cada uno de 300 kW y unos 30-40 vehículos, es decir, cualquier corredor mediano, podrá ser comprador de energía limpia.

De esta manera, los beneficios locales de cero emisiones, bajo ruido y una mejor experiencia de viaje, se alinearán con los objetivos nacionales de eficiencia energética y mitigación del cambio climático.

2018-09-13

Por Jorge Suárez, asesor en Electromovilidad, Transporte Público e Innovación Urbana, Volvo Group México

A nivel vehicular, la electricidad es la aplicación más eficiente de los recursos energéticos. Si bien los autobuses avanzados a diesel han progresado dramáticamente en materia de eficiencia, esto es, la energía efectivamente aprovechada para mover el vehículo, ésta es tímida en comparación con la de los vehículos eléctricos (a mayor eficiencia, menor uso de energía). Los vehículos a gas natural, por su parte, tienen la menor eficiencia energética entre las opciones vehiculares.

En ese sentido, ¿qué hacemos entonces con el gas natural? La respuesta es simple: utilizarlo donde es más productivo, como energético de una planta eléctrica, por ejemplo, de ciclo combinado, que alcanza una eficiencia del 60 % en comparación con menos del 20 % como combustible vehicular. Esto significa que, con el mismo volumen de gas natural, utilizarlo en una planta eléctrica en lugar de como CNG dará energía suficiente para movilizar 3 veces más autobuses.

Aun así, los precios recientes de las subastas de CFE (Comisión Federal de Electricidad) para energía solar muestran que los renovables son aún más competitivos que las más eficientes termoeléctricas. Esto significa que la matriz energética podrá limpiarse más rápidamente y, por ende, la electrificación del transporte llevará directamente a la progresiva descarbonización del sector.

¿Cómo funciona un autobús eléctrico de recarga rápida?

Los autobuses se recargan en 5-6 minutos en los extremos de ruta a través de una estación que tiene un brazo mecánico, conocido como pantógrafo, que desciende sobre unos rieles en el techo del autobús. Esta energía es suficiente para llevar el autobús al extremo opuesto. La operación se repite sucesivamente a lo largo del servicio durante los descansos operacionales en terminal en cada corrida.

Lo anterior permite dimensionar el paquete de baterías para atender segmentos de distancia y no para el total de recorrido diario, lo cual resultaría en peso y volumen excesivos. La recarga rápida permite reducir el número de baterías a bordo para priorizar la capacidad de pasajeros y hacer más viables los proyectos.

Vinculando autobuses eléctricos y energías limpias

Un tema interesante es cómo instrumentar que la energía suministrada a los proyectos de electromovilidad sea libre de emisiones o neutral en carbono. Precisamente, la Reforma Energética ha abierto esta posibilidad. Por una parte, las mismas ciudades pueden suministrar dicha energía a partir de generación distribuida o, por ejemplo, aprovechamiento eléctrico (Waste to Energy) de rellenos sanitarios, como ocurre en Monterrey, Aguascalientes y próximamente en la Ciudad de México.

Otra alternativa es simplemente adquirirla en el mercado de energía renovable, donde usuarios calificados, es decir que su demanda sea superior a 1 MW, podrán comprar energía limpia en contratos de varios años que otorguen estabilidad y mitiguen la volatilidad.

Por ello, los ahorros en gasto energético al migrar de autobuses convencionales hacia eléctricos son sustanciales - alrededor de un 60 %. Con un contrato bilateral de energía limpia, la reducción adicional puede ser del 20 %. En parte, estos ahorros sustentan la mayor inversión que implican los autobuses eléctricos. En el caso de éstos, un proyecto que utilice 3-4 cargadores rápidos, cada uno de 300 kW y unos 30-40 vehículos, es decir, cualquier corredor mediano, podrá ser comprador de energía limpia.

De esta manera, los beneficios locales de cero emisiones, bajo ruido y una mejor experiencia de viaje, se alinearán con los objetivos nacionales de eficiencia energética y mitigación del cambio climático.

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