Empresas & Management

Intel, HP, Boeing, en el listado de los casos de amores prohibidos en la empresa

Hay compañías como General Electric que buscan trabajo dentro de la propia empresa a las parejas de sus empleados.

2018-06-24

Por Expansión

Una investigación acabó con la carrera profesional de Brian Krzanich, una de la figuras más influyentes de la industria tecnológica. El CEO de Intel mantuvo hace unos meses una relación sentimental consentida con una empleada, lo que fue denunciado por otro trabajador de la empresa. No se sabe si lo filtró por celos o por el afán de perjudicar a Krzanich.

El exCEO de Intel vulneró el código de conducta de Intel, que incluye una cláusula, conocida como non-fraternization policy, que prohíbe a los directivos mantener relaciones sexuales o románticas con empleados que dependan de ellos tanto directa como indirectamente.

ésta es una norma habitual en las grandes compañías, que tratan de evitar tratos de favor en la empresa. La vigilancia de este tipo de códigos de conducta se ha estrechado en los últimos meses con la irrupción del movimiento Me Too, que trata de evitar abusos en cualquier ámbito.

Las relaciones sentimentales en el entorno laboral, ya sea entre empleados de una misma empresa o entre el trabajador y un cliente, un proveedor o un competidor, son un problema si suponen un conflicto de interés económico. Porque una situación comprometida de este tipo tiene una clara vertiente laboral, pero también tiene efectos en materia moral y ética.

Relación inmoral

Y si no que se lo digan a Harry Stonecipher, que fue despedido como presidente de Boeing. El consejo no le destituyó por su relación extramatrimonial con una ejecutiva de la empresa, sino porque "su comportamiento éticamente incorrecto e inmoral puede afectar de forma negativa a las importantes decisiones que tiene que tomar como primer ejecutivo de la compañía".

Una situación similar le ocurrió a Mark Hurd como consejero delegado de Hewlett-Packard (HP). Hurd tuvo un romance con la ejecutiva de una empresa a la que HP contrataba estudios de mercadotecnia. Al parecer, durante varios meses el CEO de HP encargó bastantes más estudios de mercado de los estrictamente necesarios.

Los expertos consideran que es imprescindible establecer una serie de normas éticas en las relaciones de una empresa con sus proveedores y clientes para evitar conflictos. Es imposible separar la vida privada y profesional de un empleado porque el comportamiento de las personas tiene que ver con sus valores, y éstos no se pueden cambiar cada ocho horas.

Hay compañías como General Electric que buscan trabajo dentro de la propia empresa a las parejas de sus empleados, mientras que otras como McKinsey prohíben expresamente las relaciones sentimentales entre compañeros de oficina.

Derecho a la intimidad

El hecho de imponer estrictas normas de obligado cumplimiento a los empleados también tiene limitaciones legales. Prohibir expresamente las relaciones personales entre compañeros podría atentar contra el derecho constitucional a la intimidad de los trabajadores, y podría suponer una intromisión en la vida privada de los empleados, como se ha reconocido en algunas sentencias judiciales.

En otras, por el contrario, se ha aceptado el despido de un empleado al demostrarse que una relación sentimental ha afectado negativamente a la empresa. Un tribunal de Málaga, por ejemplo, declaró procedente el despido del director de una sucursal bancaria porque todas las operaciones financieras las realizaba con una gestoría en la que trabajaba su mujer, y además operaba con una notaría dirigida por su cuñado.

Muy famoso fue el caso que costó el puesto a Philipp Hildebrand, presidente del Banco Nacional Suizo. Su mujer Kashya Hildebrand ganó 60.000 francos suizos al aprovechar que, en un momento determinado, la entidad helvética decidió fijar una tasa de cambio fijo para el franco respecto al dólar. Aunque los tribunales sentenciaron que no hay forma de saber si Philipp Hildebrand conocía la inversión de su mujer y si habló con ella de los problemas del franco, lo más probable y lógico es que sí lo hiciera.

En Estados Unidos, el FBI detuvo a un prestigioso científico del MIT, que logró una ganancia de más de 100.000 euros con la compra de acciones de una empresa minera que posteriormente vendió. El origen del caso estaba en que su esposa trabajaba en el despacho Linklaters, que intermediaba una operación corporativa de esa empresa minera.

Líos en la empresa familiar

Los romances no tienen la misma repercusión en una gran corporación que cotiza en Bolsa que en una pyme o en una empresa familiar donde este tipo de situaciones puede provocar graves discordias entre parientes.

David álvarez, fundador de Eulen, sufrió las críticas de cinco de sus siete hijos cuando, con 80 años, se enamoró de su secretaria, que tenía 38 años menos que él. Se llegó a casar con ella, lo que ocasionó entre sus hijos -todos ellos accionistas de Eulen- una fractura que todavía perdura tres años después de la muerte del patriarca.

Esto del enamoramiento en la vejez cuando hay millonarias herencias de por medio ha provocado grandes refriegas familiares.

A los hijos de la duquesa de Alba no les gustó que se casara con Alfonso Díez, y estuvieron a punto de llevarla ante los tribunales para incapacitarla. La duquesa solucionó el conflicto repartiendo su herencia antes de la boda.

Quien sí llegó a los tribunales fue Françoise Bettencourt, que intentó que un juez declarara demente a su madre Liliane Bettencourt, cuando era la mujer más rica de Francia y principal accionista del imperio cosmético L’Oréal. Françoise intentó impedir que su madre hiciera regalos de más de 1.000 millones de euros a su nuevo amor, un fotógrafo que era 25 años menor que ella.

La culpa de todo es de Cupido, que no tiene ningún cuidado cuando lanza sus flechas del amor. Esté atento y cuando vaya a la zona de las máquinas de vending de su empresa observe si hay algún lío de faldas en ciernes.

El auditor de EY que se enamoró de la auditada

Murallas chinas frente a los líos de faldas. La firma de servicios profesionales EY (antigua Ernst & Young) tuvo que tomar medidas para evitar los flirteos de sus empleados con los clientes. La SEC le impuso una multa de cerca de 10 millones de dólares porque dos de los auditores de EY mantuvieron relaciones sentimentales con sus clientes. La CNMV americana (SEC) calificó de "impropias" las relaciones de esos empleados con directivos de empresas auditadas "que ponen en peligro la independencia de los auditores", y acusó a EY de no tomar medidas para detectar e impedir ese tipo de contactos.

Fue la primera vez en la historia que se impuso una sanción por el enamoramiento de directivos de una empresa auditora con algunos de sus clientes. Gregory Bednar, socio senior de EY en Chicago, empezó auditando las cuentas de una empresa pública de Nueva York y terminó tomando cervezas con la directora financiera de esa compañía.

Bednar y la ejecutiva hacían viajes de placer, se intercambiaban cientos de mensajes cariñosos, acudían juntos al cine y al teatro, e incluso el auditor invitaba al béisbol al hijo de la directora financiera. ¿Puede esta relación afectar a la independencia de la auditoría? La SEC cree que sí, como también consideró nociva la amistad "indebidamente estrecha" entre Pamela Hartford -otra socia de EY- y Robert Brehl, un ejecutivo financiero de Ventas, una sociedad de inversión inmobiliaria que estaba siendo auditada por EY. Hartford y Brehl iniciaron una relación laboral que se fue estrechando poco a poco hasta que terminaron analizando el ebitda de la compañía Ventas en habitaciones de hotel. Tanto Pamela Hartford como Gregory Bednar incumplieron las normas éticas establecidas por EY y fueron despedidos de la firma de auditoría.

La multa impuesta por la SEC a la sociedad EY y a dos de sus principales auditores supuso un hito histórico y obligó a todas las compañías a endurecer los controles que hay que establecer en las relaciones de una empresa con proveedores y clientes.

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