Empresas & Management

Caso Toshiba, signo de la crisis de las tecnológicas japonesas

Sanyo ya no existe, NEC sobrevive pero sin los negocios que le dieron fama y Sharp se salvó in extremis cuando fue comprado por el gigante taiwanés Hon Hai.

2017-09-13

Por AFP

El desmembramiento de Toshiba, obligada a vender sus mejores negocios para salvarse de la quiebra, ilustra la crisis de los grandes conglomerados japoneses de electrónica que durante décadas dominaron el mercado mundial.

Los expertos apuntan a que los últimos años han demostrado que es posible algo impensable hasta ahora, la desaparición de los grandes nombres de la electrónica en Japón.

Sanyo ya no existe, NEC sobrevive pero sin los negocios que le dieron fama (ordenadores portátiles y teléfonos móviles) y Sharp se salvó in extremis cuando fue comprado por el gigante taiwanés Hon Hai.

En paralelo, grupos como Panasonic o Hitachi abandonan poco a poco sus actividades en la electrónica de consumo para concentrarse en sectores como el de la construcción, el automóvil o la aeronáutica.

Toshiba, cuyos orígenes se remontan a 1875, simbolizó durante décadas el éxito de la industria japonesa de la era Meiji, a finales del siglo XIX y a principios del XX, cuando Japón se transformó y entró de lleno en la modernidad

Pero ahora el conglomerado está en una situación dramática, obligado a vender sus mejores negocios, como su lucrativa filial de tarjetas de memoria Toshiba Memory.

Los candidatos a comprarlo luchan encarnizadamente para quedarse con este negocio, un 'sombrero mágico' que genera cada año un resultado operativo de 4.000 millones de euros, indica Masahiko Ishino, del Tokai Tokyo Research Center.

'Es como una batalla por la herencia, cada uno intenta quedarse la parte más grande', asegura.

Según Yasuyuki Onishi, autor de un libro sobre 'El desmembramiento de Toshiba', la venta de Toshiba Memory augura 'el día en que los fabricantes japoneses de electrónica dejarán de existir'.

Muchos conglomerados han ido vendiendo sus actividades pero sin remplazarlas por otras.

Frente a esta situación el estado japonés decidió crear un fondo semipúblico, llamado INCJ, que logró salvar in extremis a Renesas (especializada en circuitos integrados) convirtiéndose en su primer accionista.

Además, cuando Sony, Toshiba, Hitachi y Panasonic, entre otros, decidieron abandonar el sector de las pequeñas pantallas LCD y Oled el fondo creó dos entidades (Japan Display y Joled).

Ahora el INCJ también quier acudir al rescate de las tarjetas de memoria de Toshiba, proponiéndose como comprador dentro de un consorcio liderado por el fondo estadounidense Bain Capital.

Según Onishi, la caída de Toshiba se agravó sobre todo por la decisión de comprar en 2006 el grupo nuclear estadounidense Westinghouse, 'un fracaso total'.

El contexto de entonces era muy desfavorable, con una normativa muy estricta en las centrales nucleares (consecuencia de los atentados del 11-S) y por el auge del gas de esquisto. 'Aún así Toshiba siguió la política pronuclear del gobierno japonés', explica Onishi, una política ahora totalmente obsoleta por el accidente de Fukushima de 2011.

Esa compra es 'la principal causa de la crisis que hoy vive el grupo', apunta el experto. Según él, si Toshiba está vendiendo sus negocios más lucrativos es porque el Estado japonés no quiere que abandone el sector nuclear, a pesar de las dificultades.

Así el grupo 'corre el riesgo de convertirse únicamente en un especialista en desmantelar centrales nucleares japonesas', advierte Yasuyuki Onishi, y tarde o temprano 'acabará desapareciendo'.

Hasta hace poco Toshiba, que tiene 190.000 empleados, era conocido junto a Hitachi por su amplia gama de productos, incluyendo chips, reactores nucleares, ordenadores, televisores, escaleras mecánicas, ascensores electrodomésticos e infinidad de productos y servicios para particulares y empresas.

Pero en tan solo dos años, el conglomerado, lastrado además por el escándalo de sus cuentas falsificadas y la quiebra de Westinghouse, ha tenido que desprenderse de gran parte de sus negocios.

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