Centroamérica & Mundo

Productoras rurales luchan para cosechar los alimentos

El 15 de octubre se celebró el Día Internacional de las mujeres rurales, sector que labora en desventaja: sin tierras, sin créditos y sin asistencia técnica.

2020-11-22

Por Roberto Fonseca - estrategiaynegocios.net

Elizabeth Ruiz, pobladora en el corredor seco nicaragüense, acostumbraba viajar a Costa Rica cada año para trabajar como doméstica. Atrás dejaba a sus hijas, una mayor de edad y otra una niña en edad escolar. Pero en 2019, su suerte cambió. Con la ayuda de un organismo de cooperación externa, ella y una docena de mujeres, conformaron una asociación de apicultoras y desde entonces no tiene que emigrar en busca de empleo e ingresos.

"Para nosotras ha sido un cambio excelente, porque tenemos la oportunidad de compartir con otras mujeres y generamos ingresos para nuestras familias. Además, ahora, estoy sembrando frijoles en una pequeña parcela familiar que me presta mi papá. Ya no tengo entonces necesidad de buscar la vida en otros países y abandonar a mis hijas", aseguró Ruiz.

Poseen 15 colmenas en producción, las que brindan dos cosechas al año, en junio y noviembre. La miel que recogen, la venden en ferias locales y entre una clientela cautiva. En un futuro, la meta es multiplicar el número de colmenas y si fuese necesario, instalarlas en una zona del país donde exista mayor floración y con ello, aumentar la productividad. Por ahora, son planes.

Una carga de trabajo desigual

El 15 de octubre se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 62/136, correspondiente al 18 de diciembre de 2007, en reconocimiento a la contribución decisiva de ellas -incluida la mujer indígena- en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.

Sin embargo, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en todo el mundo las mujeres apenas manejan el 18% de las explotaciones agrícolas, reciben sólo el 10% de los créditos y el 5% de la asistencia técnica.

Foto: Estrategia y Negocios

Por otra parte, de acuerdo al documento titulado Tierra para nosotras, la brecha de género se refleja claramente en la propiedad y en el derecho a la tierra. El estudio indica que las mujeres apenas poseen el 12% de la tierra en Honduras, en El Salvador sólo el 15% de los títulos de propiedad están a nombre de una mujer y en Nicaragua, el 23% de las explotaciones agrícolas son manejadas por mujeres, siendo más pequeñas que las asignadas a los hombres.

"Al no tener acceso a la tierra por herencia cultural, tampoco tienen acceso al crédito, ni a la asistencia técnica, ni a insumos. Muy pocas instituciones en Centroamérica desarrollan créditos blandos orientados a las mujeres rurales", aseguró Andrea Reiche, de origen guatemalteca y especialista en agricultura sostenible y género en la Universidad Zamorano.

De acuerdo a cifras oficiales, América Latina y El Caribe cuentan con 58 millones de mujeres rurales, sin embargo solamente 17 millones están registradas como económicamente activas y solo 4.5 millones son consideradas como productoras agrícolas.

"Están (las cifras) invisibilizándolas, dejando por fuera al 70% de las mujeres rurales, como si estas personas no fueran económicamente activas", dijo y señaló que esa percepción equivocada está relacionada a que ellas no tienen derecho ni acceso a la tierra.

Otro de los obstáculos que enfrentan, agregó, es la carga de trabajo que llevan a cuestas, ya que las mujeres además del tema de cuidados de los hijos, del marido y de las personas mayores, también están vinculadas a actividades comunitarias, sean religiosas, de salud o relacionadas a las meriendas escolares, lo que provoca que su carga de trabajo sea extenuante y no equitativa.

"Las mujeres rurales trabajan hasta 16 horas, mientras el hombre labora en el campo de 6 a 3 pm y luego descansa. La mujer lo acompaña y al regresar, realiza múltiples tareas por los roles de género impuestos. Lamentablemente, las políticas públicas y los programas que se impulsan, no contemplan esa carga de trabajo desigual de las mujeres", insistió Reiche.

"Si no se cambia o se reduce la carga horaria de actividades, ningún programa de intervención producirá un cambio contundente en la vida de las mujeres", agregó.

Ileana Ramírez, consultora especialista en género y juventud del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), apuntó por su parte que las mujeres producen la mitad de los alimentos en el mundo y contribuyen hasta un 80% en la producción de la mayor parte de los países en desarrollo.

Sin embargo, pese a que cumplen con un rol esencial, existe un subregistro sobre la participación de las mujeres en la producción de alimentos y está vinculado con la falta de percepción de que ellas son productoras.

"Hay aspectos culturales muy arraigados, sobre todo en las zonas rurales, que ven a la mujer en la producción de alimentos como una extensión del trabajo doméstico, como una "ayudante" de la pareja o de la familia. Eso hace que las estadísticas realmente no reflejen la dimensión que tienen en la producción de alimentos", aseguró Ramírez.

Esa percepción de identificar que quien produce es el hombre, provoca que al hablar de productores no se hace en términos inclusivos, y esto, afecta también a las mismas mujeres, quienes no se identifican a sí mismas como productoras.

"Las instituciones lamentablemente también reproducen mucho esos estereotipos que ven al hombre como productor y a la mujer como ayudante o como una productora marginal", insistió Ramírez.

Valoró que debe hablarse de desarrollo económico y humano en igualdad de oportunidades, lo que significa reconocer cuál es la participación de hombres y mujeres y cuál es el acceso de ambos a los recursos productivos, es decir, tierras, créditos, insumos y asistencia técnica.

"Sólo el 10% de los créditos llegan a las mujeres y los estudios indican que si las mujeres produjeran con los mismos recursos que los hombres, la producción global aumentaría en un 20 o 30%. ¿Qué nos indica eso?, que las mujeres están trabajando con las uñas", concluyó Ramírez.

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