China decidió prohíbir la entrada de viajeros de una decena de países afectados por el coronavirus, entre ellos Francia, Rusia e Italia, con el fin de evitar la propagación del virus en su territorio, donde surgió a finales del pasado año.
El gigante asiático cerró prácticamente sus fronteras a finales de marzo y redujo drásticamente los vuelos internacionales, aunque empezó a abrirlos paulatinamente en los últimos meses.
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Sin embargo, las embajadas en Reino Unido, Bélgica, India, Filipinas y otros países anunciaron esta semana que Pekín había decidido 'suspender temporalmente' la llegada de ciudadanos no chinos al territorio nacional, aunque tengan visado o permisos de residencia válidos.
Francia, donde el número de contagiados y muertos aumenta exponencialmente, ha sido el último país en incorporarse a esa lista, anunció el jueves la embajada de China en París. Subrayó que esta prohibición será revisada 'en función de la evolución de la situación' de la epidemia.
Rusia, Italia y Etiopía también están afectados por esta decisión.
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El ministerio chino de Relaciones Exteriores defendió el jueves sus decisiones 'razonables y justas' que 'se inspiran en prácticas en vigor en numerosos países'.