Centroamérica & Mundo

Opinión: La impostergable crisis del cambio climático

Durante décadas científicos nos estuvieron alertando de la llegada irreversible del cambio climático y sus nocivas consecuencias. Con el paso de los años el tono de estos expertos era cada vez más afligido y preocupante.

2019-05-02

Por Salvador Paiz

El pasado 22 de abril fue el día internacional de la tierra. Este día se conmemora con el fin de hacer conciencia sobre los grandes retos ambientales que enfrentamos a nivel mundial. Sin embargo, me parece que en Guatemala no le prestamos la atención que merece a este tema. Vivimos encerrados en nuestra pequeña burbuja, pendientes de la coyuntura y los relajos de la política (y vaya que hay muchos). Ignoramos por completo las preocupaciones del entorno global, como lo es el cambio climático.

Durante décadas científicos nos estuvieron alertando de la llegada irreversible del cambio climático y sus nocivas consecuencias. Con el paso de los años el tono de estos expertos era cada vez más afligido y preocupante. Hoy hemos cruzado ese punto de no retorno. El mes pasado, la organización climática de Naciones Unidas reportó que los niveles del mar están subiendo a una velocidad imparable. Esto sugiere que nuestro planeta ha comenzado a calentarse a sí mismo.

En otras palabras, ya es muy tarde. Ya pasamos el momento en el que pudimos haber hecho algo para resguardar nuestro mundo. El cambio climático está aquí. Ahora lo que toca hacer es empezar a lidiar con sus consecuencias y adaptarnos a los cambios que se van a dar. No puedo dejar de preguntarme, ¿qué va a pasar con nosotros? ¿qué va a pasar con nuestra economía? ¿seremos capaces de adaptarnos por completo y al ritmo que se requiere?

Es importante que entendamos que nuestro mundo está organizado bajo la lógica que el producto interno bruto (PIB) de cada país crece anualmente. Cada año incrementa la recaudación de impuestos y, como tal, es posible dar servicio a un poco más de deuda. Pero, ¿qué pasa cuando entramos a un ciclo global a la inversa? El cambio climático genera pérdida en la productividad y, con ello, disminuciones en el PIB y la recaudación fiscal. Esto es consecuencia, no solo por el efecto lineal directo, sino también por el efecto de la elasticidad de las tasas de recaudación.

Recordando las fórmulas de macroeconomía, una forma de estimar el cambio anual del PIB es la siguiente: el cambio en la productividad de los factores, más el cambio ponderado en la cantidad de trabajadores, más el cambio ponderado de capital. Parecería razonable suponer que el cambio climático resultará en reducciones del PIB ya que, aunque haya la misma cantidad de capital y de trabajadores, parte de dichos trabajadores y de los recursos de capital estarán siendo destinados a atender las consecuencias del cambio climático. Este escenario podría representar un doble golpe a nuestra economía global. No solo estaremos lidiando con las consecuencias ambientales, sino que además estaremos afrontando enormes dificultades para darle servicio al endeudamiento global existente.

En ese sentido me parece importante celebrar aquellos proyectos que velan por el bienestar de nuestro planeta. Una de ellas es la iniciativa de Delta, aerolínea que compensó todas las emisiones de carbono de sus vuelos salientes y entrantes de al menos 6 aeropuertos de Estados Unidos con créditos de carbono para la Costa de la Conservación, proyecto guatemalteco que vela por la protección de la biodiversidad, la participación comunitaria y el apoyo a la producción sostenible dentro de las áreas Protegidas, a la vez que garantiza el suministro de productos de alta calidad para la industria.

Hace siglos nos adaptamos a la revolución industrial; hace algunas décadas, a la revolución digital. A partir de ahora viviremos cambios abruptos a una velocidad inimaginable, en materia climática, y tendremos que adaptarnos más rápido que nunca. Debemos empezar a considerar mecanismos para aprovechar nuestra biodiversidad, nuestros pulmones naturales, implementar políticas públicas que busquen disminuir el daño, apoyar iniciativas que, de alguna manera, nos permitirán generar oportunidades para nuestro país y, muy importante, invertir en tecnologías de mitigación y de adaptación para optimizar nuestros recursos naturales. Reventemos nuestra burbuja nacional por un momento para reconocer esta emergencia global. Es real y está sucediendo ahora mismo, hagámosle frente.

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