Nació en Honduras, pero se crió en El Salvador. Huyó de la guerra civil de los 80. Salió de El Salvador cuando tenía 20 años. Ha vivido en México, Alemania, Japón y ahora en Estados Unidos.
El Salvador y su conflicto armado está presente en su literatura. Su reciente novela Moronga retrata la historia de dos salvadoreños: Zeledón, un exguerrillero, y Erasmo Aragón, un intelectual, ambos están peleados con la tierra que los vio crecer, ambos luchan por adaptarse a la vida en Estados Unidos.
"El Salvador es un país del que salen caminando cada día 230 personas rumbo a Estados Unidos. Esto indica el nivel de sangría, y esta sangría dura desde hace décadas. Por eso es normal que ese tipo de personajes no sienta empatía ni por el sitio de donde proceden ni por el sitio al que van", dijo al diario El País en febrero de este año.
¿Cómo observa la construcción de la identidad salvadoreña desde la literatura?
Uno no escribe las novelas a partir de teorías o de análisis. Escribe a partir de impulsos subjetivos, emocionales. El Asco (1997) surge como un juego, un ejercicio a partir de Thomas Bernhard un escritor austríaco.
Nunca fue producto de una reflexión, de un análisis. Hay varias identidades (en El Salvador). ¿Qué tienen en común el marero que vive en Long Island, con un salvadoreño que tiene 20 años de vivir de manera ilegal en San Francisco y es una persona honrada?
Hoy que vengo, reflexiono, el ejercicio de la identidad nacional es difícil. A veces cambia el vestido, pero necesitamos encontrar el cuerpo, lo que hay adentro. Hoy matan las maras, antes el Ejército o la guerrilla. El cuerpo es ¿Por qué matan tanto aquí? ¿Por qué matan las maras? ¿Por qué los índices de homicidios son los más altos, los más altos en 100 años: con guerra o sin guerra, con maras o sin maras. El índice de homicidios siempre ha sido muy alto.
'Para mí, El Salvador es una marca, una herida, y vaya donde vaya siempre voy a volver a ella. Todo escritor está marcado por una herida, ocurrida en un tiempo determinado, generalmente en su primera juventud. En mi caso creo que es cuando yo desperté de la adolescencia y coincidió con la explosión de la guerra civil. Eso me conmocionó. Y 40 años después sigo escribiendo de eso: sobre el terror cuando uno salía a la calle y no sabía si iba a estallar un autobús o si iba a cruzarse con un escuadrón de la muerte e iba a ametrallar la parada del autobús, o si simplemente iba a desaparecer uno, esa sensación de terror, de que el aire se puede cortar, porque es denso. Por eso siempre busco personajes que vienen de aquel tiempo", publicó El País de España en una entrevista con el novelista salvadoreño.
Castellanos Moya reflexionó sobre ser migrante en Estados Unidos en la era Trump. "Afecta, aunque tenga sus papeles en regla los populismos afectan a la población. Un populismo basado en la supremacía blanca afecta inconscientemente. Si uno es sensible se da cuenta que las cosas no son iguales. Hay cierta manera de verlo a uno que es distinta de cómo lo miraban antes. Después de ver 24 horas al día Fox News es muy difícil que alguien siga siendo inteligente, con tanto bombardeo es algo incómodo. Es una lectura macro. Se hace un esfuerzos desde el Estado de EE.UU. para denigrar al latino".
¿Consejos para un joven escritor?
No hay fórmulas. Cada escritor si tiene talento debe encontrar su propia ruta. No existe ruta, uno descubre la ruta en el camino. ¿En qué género se desarrolla? Empecé escribiendo poesía, luego pasé al cuento, luego novela. Todo está relacionado con que el escritor sea auténtico, fiel a su necesidad expresiva, que no ponga su necesidad bajo el poder de otros intereses.
Debe buscar su propia voz, su propia ruta, si es fiel a usted mismo, si tiene una curiosidad intelectual por las cosas su obra va a ser descubierta.
