Centroamérica & Mundo

Opinión: Implicaciones ambientales de las pérdidas de suelo a causa de los fuertes aguaceros en Nicaragua

La no aplicación de la legislación ambiental, y continuidad de los conflictos entre colonos y pueblos originarios y afrodescendientes de la Región Autónoma de la Costa Caribe, se estima que en los próximos 17 años desaparecerán los bosques en Nicaragua.

2018-10-18

Por Daniel Corrales Pérez PhD*

El potencial de los suelos varía espacialmente y temporalmente y depende en gran medida de las características físicas (textura, profundidad, pendiente etc.), químicas (pH, salinidad, fertilidad etc.), biológicas (macro y microorganismos) del suelo, que se encuentran condicionadas por los factores de formación del suelo (tiempo, clima, geología, microorganismos, topografía).

En el año 2015 se publicó oficialmente un mapa de los usos potenciales de los suelos en Nicaragua, entre los usos se destacan los siguientes: 7.98 % agua, 6.93 % agrícola intensivo, 4.95 % agrícola restringido y sistemas pecuarios, 20.33 % silvopasturas y cultivos especiales, 33.83 % forestal y sistema agroforestal, 17.01 % protección y conservación, 8.97 % forestal.

Para ejemplificar la variación del uso potencial de los suelos. El 8.97 % con potencial forestal se encuentra distribuido entre la zona seca, subhúmeda y húmeda del país y mayoritariamente en la zona subhúmeda con un área de 6883. 05 km2 (688,305 hectáreas) de un total de 11,689.04 km2 (1168904 hectáreas). Considerando una tasa de deforestación anual de 70,000 hectáreas/año, la no aplicación de la legislación ambiental, y continuidad de los conflictos entre colonos y pueblos originarios y afrodescendientes de la Región Autónoma de la Costa Caribe, se estima que en los próximos 17 años desaparecerán los bosques en Nicaragua.

El legendario fenómeno del avance de la frontera agrícola en Nicaragua ha sido uno de los principales tensores que han incidido en la degradación de los suelos en la Costa Caribe.

Los fuertes aguaceros o lluvias (centro de baja presión) registradas en el invierno y particularmente en los últimos días, acentúan los procesos de degradación física-química (erosión hídrica, pérdida de la fertilidad) y consecuentemente aumentan las pérdidas de suelos y nutrientes, sobre todo en las Tierras Altas del Interior de Nicaragua (Estelí, Matagalpa, Jinotega, Chontales etc.), que se caracteriza por presentar un relieve topográfico escarpado, accidentado y ondulado, territorios con un nivel de pobreza extrema y en áreas en donde todavía no se implementan de forma adecuada las prácticas de conservación de suelos y aguas.

En términos generales recientemente se ha reportado que el 39.17 % (51071.76 km2) de los suelos en Nicaragua se encuentran sobreutilizado, lo que indica que existe un daño ambiental irreversible a las propiedades físicas-químicas-biológicas de los suelos, que determinan en alguna medida la productividad de los suelos y garantizan la seguridad alimentaria del país.

Efecto de las barreras vivas en el control de las pérdidas de suelo

En la subcuenca El Pital (Diriomo-Granada-Nicaragua) localizada a 49 km al Sureste de Managua se realizó una investigación para evaluar el efecto de tres especies de barreras vivas sobre el control de erosión hídrica.

Las barreras vivas son una práctica de conservación de suelos y aguas, que consiste en el establecimiento de plantas que se siembran en contorno de los terrenos (suelos), con la finalidad de disminuir la velocidad de escorrentía del agua de lluvia y evitar las pérdidas de suelos. Las especies de plantas utilizadas en el estudio fueron: Madero Negro (arbusto), Gandul (frijol-abono verde) y Vetiver (zacate de limón). Así mismo, se evaluaron las pérdidas de suelos en parcelas sin ningún tipo de barrera viva. Durante la investigación se lograron cuantificar las pérdidas de suelo ante la ocurrencia del desbastador huracán Mitch.

En suelos que no presentaban ningún tipo de barrera viva se registraron pérdidas de suelos de 100 Tn/Ha/año, mientras que en los otros suelos con barreras vivas se reportaron pérdidas de suelos menores a 62 Tn/Ha/año. Solamente en el mes de octubre del año 1998, que ocurrió el huracán Mitch se cuantificaron 74.26 Tn/Ha. Las lluvias registradas en el mes de octubre fueron de 809.4 mm, de los cuales en solamente tres días precipitaron 380 mm. Dentro de las conclusiones de la investigación se reportan la eficiencia de las barreras vivas en el control de las pérdidas de suelos. Las barreras vivas retienen el 44.58 % del suelo que pierde de los terrenos sin barreras vivas.

Efectos ambientales de fuertes aguaceros sobre los suelos

En los últimos días con los dos centros de baja presión (fenómenos climáticos) ha llovido aproximadamente 300 mm (300 litros por metro cuadrado), lo cual posiblemente ha generado grandiosas pérdidas de suelos, que se acentúan en las 5,107,176 hectáreas del territorio nacional que se encuentran sobre utilizadas. Sí tomamos en cuenta la referencia de la tasa de pérdida de suelo de 74.26 Tn/Ha, las pérdidas ante los eventos climáticos ocurridos en el mes de octubre son catastróficas y millonarios y también las consecuencias ambientales y sociales en el país que no se cuantifican en términos monetarios. En la actualidad muchas veces las autoridades gubernamentales no ponen interés a este tipo de escenario y situaciones.

Los fuertes aguaceros no solamente implican daños por inundaciones y deslizamientos de tierra, y consecuentemente afectaciones a las viviendas de las personas que habitan en las zonas más frágiles del país, sino que también implica pérdidas de suelo en áreas destinadas para cultivos, que se vuelven cada vez menos fértiles e improductivas. Existen territorios a nivel nacional donde antes eran suelos profundos y productivos y en la actualidad son sitios donde afloran las rocas (el suelo se ha perdido por arrastre de la lluvia) y, por lo tanto, los suelos ya no pueden ser destinados para las siembras o actividades agrícolas.

Las pérdidas de suelos traen como consecuencias disminución de los contenidos de materia orgánica (residuos de cosechas, follaje de las plantas) y nutrientes básicos (nitrógeno, fósforo, potasio, y microelementos) para el crecimiento y desarrollo de los cultivos. Por otro lado, reduce la capacidad de retención y almacenamiento de agua en el suelo. La tasa de recarga de las aguas subterráneas en condiciones climáticas normales puede verse afectadas y generar problemas adicionales por escasez de agua para diversos usos. De este escenario no se excluyen las pérdidas de cosechas por las abundantes lluvias.

La problemática que enfrentan los suelos en la actualidad como resultado de diversos factores legales, culturales, políticos, económicos, ambientales y sociales con énfasis en el crecimiento poblacional, hacen que Nicaragua no vuelva a convertirse en el granero de Centroamérica. Sin embargo, pueden implementarse mecanismos y estrategias que puedan disminuir la vulnerabilidad de los suelos ubicados en zonas de laderas, de tal forma, que se pueda garantizar la seguridad alimentaria del país y reducir la importación masiva de alimentos hacía Nicaragua.

Estrategias para mitigar los impactos de las lluvias sobre el suelo

Las prácticas de conservación de suelos (barreras vivas, acequias de laderas, cultivos en contorno, cortinas rompe vientos, barreras muertas, aplicación de rastrojos, abonos verdes, labranza mínima, sistemas agroforestales y silvopastoriles etc.) han demostrado ser menos vulnerables a las pérdidas de suelos cuando están expuestos a extremos aguaceros (ondas tropicales, ciclones, huracanes etc.), que suelos donde no se implementan ningún tipo de práctica de conservación de suelo.

No obstante, hay que considerar que las obras requieren de mantenimiento permanente y continuo y un diseño ingenieril adecuado y eficiente.

Por otro lado, se tiene que respetar y considerar el uso potencial de los suelos al momento de la planificación y ordenamiento territorial. En este sentido, deben de existir programas de desarrollo que incentiven y fomenten las actividades agropecuarias y forestales con base al uso potencial de los suelos, de lo contrario seguirá aumentando la degradación de los suelos en Nicaragua.

(*) CORES Consultores GeoAmbientales

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