"No soy un hombre de negocio, no me metí a esto con una visión de hacerme rico, sino porque me gusta, me apasiona. Momotombo es un tributo a la cultura cacaotera nicaragüense, con origen desde la época Precolombina", asegura Mann.
Su vocación chocolatera surgió de una combinación de eventos y descubrimientos. Primero, del estudio a profundidad de la historia de Nicaragua y Mesoamérica, una región rica en tradición y en cultura cacaotera. Señala que en Nicaragua
se produce un cacao fino, aromático, de sabor agradable, desde hace más de 3.000 años.
Luego, emprendió una gira de viajes dentro y fuera del país, que lo llevó a conocer y entrar en contacto con artesanos tradicionales de dulces, de bebidas y de gastronomía, basadas en cacao. Se animó, compró cacao en grano, un comal, y empezó a tostarlo en la cocina de su hogar, a probarlo, y a experimentar con sabores y recetas que llegaban a su mente.
Comenzó a crear chocolate fresco, con variadas mezclas, que daba a probar y a testar a sus vecinos suizos.
Ellos le fueron ayudando a encontrar el punto y la calidad.
"Nicaragua es rica en cacao de primera calidad, en frutas, nueces, especies, y tiene un ron fantástico. Al final, lo que queremos hacer es el mejor chocolate del mundo", concluye Mann.
