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Honduras: Más de 18.000 reos residen en centros penales del país

La actualidad del sistema penitenciario en Honduras atraviesa un sinnúmero de precariedades, principalmente el hacinamiento, a tal grado que en uno de ellos conviven mujeres y hombres en el mismo penal.

2017-05-22

Por El Heraldo

El país cuenta con 27 centros penitenciarios, más cuatro anexos que funcionan en batallones militares y unidades policiales, en distintos puntos del territorio nacional. La mayoría enfrenta el mismo mal: la sobrepoblación. Los 27 centros y sus anexos son insuficientes para una población penitenciaria que suma 18,391 personas.

La Penitenciaría Nacional de San Pedro Sula es uno de los presidios que más problemas de hacinamiento ha registrado durante décadas. Este centro de reclusión tiene la capacidad de albergar a 800 privados de libertad, sin embargo, hasta antes del 15 de marzo de este año tenía como población a 3.246 convictos.

El 15 de marzo pasado fueron trasladados a El Pozo I, en Ilama, Santa Bárbara, 755 presos que estaban en el penal sampredrano, liberando un poco la aglomeración que se vivía en este centro penal. En la actualidad y después de la última mudanza de 77 mujeres presas en San Pedro Sula hacia la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social en Támara, quedan 2.055 personas recluidas.

400% más

Pero la fragilidad en el sistema penitenciario hondureño supera niveles desconocidos por muchos. Ejemplo de esta situación es el centro penal de Santa Bárbara, diseñado en un inicio para alojar a 100 privados de libertad, pero que hoy cuenta en sus registros carcelarios con 496 personas recluidas.

Orle Solís, director del Comité Nacional de Prevención contra la Tortura, Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes (Conaprev), confirma que "ahí el hacinamiento es una realidad y está en el pleno centro de Santa Bárbara".

"El frente de este penal, que es una calle colonial, está lleno de negocios de achinerías, lo que podría desencadenar una tragedia porque este centro no tiene salidas internas", explicó Orle Solís.

Hace algunos meses las autoridades penitenciarias tomaron la decisión de trasladar varios reclusos de este penal, ubicado en el centro de la cabecera departamental de Santa Bárbara, a El Pozo I, pero la aglomeración continúa.

Prohibido por las leyes

La precariedad llega al límite en unos de los centros penales de Honduras. En el corazón de la ciudad de La Ceiba, en el barrio Inglés, existe una cárcel donde las bartolinas de las mujeres están junto a las de los hombres, lo cual es una prohibición internacional en materia de centros penales.

"Desde hace días le recomendamos al gobierno que se haga la separación de hombres y mujeres de ese centro", manifestó el director de Conaprev, Orle Solís. Sin embargo, hasta el momento las cosas continúan igual y el hacinamiento se apoderó de este reclusorio que hoy tiene una población de 431 presidiarios.

Nuevos centros penales

Debido a la sobrepoblación de convictos en el país, el Poder Ejecutivo inició la construcción de cárceles de mínima, mediana y máxima seguridad. Una de ellas es el Centro Penal de Siria, en el municipio de El Porvenir, Francisco Morazán, el cual se construyó para dar una mejor rehabilitación a los distintos privados de libertad.

En él se adecuaron espacios para que los reos realizaran trabajos de carpintería, ebanistería, zapatería y artesanías, entre otros, pero no funcionaron en su totalidad por falta de instrumentos e insumos. Hacia esta cárcel en el año 2015 fueron llevados 31 miembros de maras y pandillas considerados por las autoridades penitenciarias como reclusos de alta peligrosidad, que estaban internos en el Centro Penitenciario Nacional de Támara.

Por razones de seguridad y logística, estos internos fueron llevados a los módulos máxima seguridad en El Pozo II, ubicado en el municipio de Morocelí, El Paraíso, el pasado miércoles 18 de mayo. Hoy este presidio hondureño no tiene un tan solo reo que vigilar.

El Pozo I

Pero la nueva infraestructura carcelaria tenía algo más que mostrar. Para septiembre del año pasado el anunciado proyecto de una megacárcel de máxima seguridad en Ilama, Santa Bárbara, ya era una realidad. El 19 de ese mismo mes los primeros 37 reclusos, considerados todos altamente peligroso, fueron llevados desde Támara hasta el penal conocido como El Pozo I, temido por su alta rigurosidad.

Las mudanzas de presos, en su mayoría integrantes de maras y pandillas, continuaron y el 16 de octubre del 2016, y ocho más se convirtieron en nuevos inquilinos de este recinto carcelario de máxima seguridad.

El Pozo II

En noviembre del año anterior, después de casi dos años en construcción, la cárcel ubicada en Morocelí, El Paraíso, fue culminada en su totalidad.

El centro penal es conocido ahora como El Pozo II o La Tolva y desde su apertura ya guardan prisión en sus instalaciones 781 hondureños, en su mayoría son integrantes de la Mara Salvatrucha (MS-13) y de la 18.

¿En que se convertirán?

Ante los múltiples traslados ocurridos, se avizora que varios centros penales en el país podrían dejar de funcionar como tal. El presidente de la República, Juan Orlando Hernández, meses atrás hizo el anuncio de la construcción de un megaparque de diversiones donde aún funciona la Penitenciaría Nacional de San Pedro Sula.

De igual manera el Centro Penal de Santa Bárbara podría convertirse en una casa dedicada a la cultura, por estar en el centro de la ciudad. Mientras tanto ya se anunció la construcción de otro proyecto que sería nombrado El Pozo III, que estará ubicado en la frontera marítima con Nicaragua o en un islote en el Golfo de Fonseca.

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